01 julio 2008

Todos fachas

Después de todo, tengo que reconocer que en todo lo que a la Selección se refiere siempre he sido un pesimista coñazo. Que si no pasaremos de cuartos, que si haremos el ridículo, que si tal y que si Pascual.

Pura superstición y superchería, por otra parte. Conjurar a todos los elementos negativos y convocarlos mirando hacia mí para que su mala influencia no afectara lo que realmente importa, esa era y ha sido siempre la consigna.
Funcionó. No hizo falta que creyera que Rusia nos iba a ganar, nunca lo creí posible. Pero sí admito que contra Alemania no las tenía nada -pero nada- conmigo.

Además, estaba El Gafe en el palco.
Ya. Será porque toda la suerte que tú tienes -que nadie te discute, señor Soy El Presidente del Gobierno- la consigues quitándosela a los que tienes a tu alrededor. Pregunta por ahí, pregunta.
Pero andábamos hablando de fútbol y de una Eurocopa que ha sobrepasado cualquiera de las expectativas reales y realísticas que hubiéramos podido formularnos.
Venga, no vayamos ahora de sobraos, que andábamos temblando en cuartos pensando que, una vez más, ahí acabaría el cuento como lo hizo siempre. Que no fuera así y que no sólo nos plantáramos en la final sino que, además, la ganáramos como lo hicimos no hace sino darle a la Historia el punto épico que todo hito merece.
Porque... vaya partidos, amigos. Salvo, precisamente, el que nos enfrentaba con nuestra maldición por partida doble. Ahí demostramos que el miedo es un factor determinante hasta en un deporte como el fútbol. O, quizás, particularmente en el fútbol.

Y ganamos. 44 años después volvemos a llevarnos una copa de selecciones a la buchaca. Ya tardaban, aunque no deja de ser curioso -y hasta con un regustillo esotérico- que el doble de esa cifra fuera la de otra de nuestras maldiciones también rota: el hueso italiano.
Así las cosas, no es de extrañar que las celebraciones fueran realmente sentidas y desaforadas. El anhelo por celebrar en libertad un triunfo a nivel nacional superaba cualquier registro conocido, de ahí nuestro atávico pesimismo y el miedo que nos atenaza cada vez que podemos hacer algo grande.
_¡Pudimos! ¡Somos campeones!
Y, además, merecidamente.

La prueba del pastel de todo lo que digo no está sólo en cómo han reaccionado algunos administrados a las gilipolleces de algunos jerifaltes de estrechas miras y nula capacidad de discernimiento serio. Gilipolleces que, por otra parte, hasta tienen su sentido si tenemos en cuenta que a un político nacionalista y secesionista no le puedes pedir de la noche a la mañana que se ponga a gritar "¡Viva España!"... pero de eso ya hablé el otro día y no quiero darles más carrete, que bastante tienen con tener que tragarse el sapo.
A quien sí quiero dedicar mi punto de vista es a aquellos que enarbolan banderas rojigualdas con deleite mientras gritan su mantra de liberación:
_¡Jodéos, fachas, hoy somos todos rojos!
Cierto, aunque yo sigo pensando que La Furia suena mucho mejor que La Roja, por mucho que a Cuatro le convenga éste último.
_¡La bandera ya no es de ultraderechistas!
Veamos. La bandera nunca fue de fachas. Otra cosa es que sólo ellos supieran y quisieran llevarlas y ondearlas orgullosos en cualquier momento. La rojigualda siempre fue de todos y está abierta a todos aquellos que, no siendo -lógicamente- independentistas o facciosos, quieran sentirse parte de ellas. Por algo es la bandera oficial.
_Ya, pero es que Franco...
Sí, es la eterna "excusa" (hasta cierto punto comprensible). Reducirlo todo a una cuestión que murió -de viejo, además- hace más de 30 años. Que ya huele.
_Pero es que ese trapo nos fue impuesto...
¿Nos? ¿A quiénes? ¿Por quiénes?
_A los progresistas, por los fachas...
¿Suárez, facha? ¿El PSOE del 75, progre? ¿Los ponentes de la Constitución (PSOE y CiU incluidos), fachas?
Ahora es cuando alguien se ríe, o algo... ¿no?

En 14 años de felipismo a nadie se le ocurrió la idea de cambiar la bandera para que dejara de ser facha. Claro que, por aquél entonces, a ningún progresista se le ocurría sacar el trapo. Ni siquiera dejar traslucir que se tenía uno. Después de todo, la que mola es la tricolor.
_¡Porque es la legítima, emanada de un gobierno legítimo y democrático que...!
Ya, ya. Que ya nos conocemos la historia. ¿La cambiaron? No. Pues eso.
Luego llegaron los fachas al poder -y qué fachas, todo unos dóbermans, los tíos- y, lógicamente, a ellos tampoco les dio por cambiarlo.
_Ya, ellos querrían poner la del pollo, como si no nos conociéramos todos.
Ajá. Pues... pudiendo, tampoco lo hicieron.
_¿Para qué iban a hacerlo, si ya se han apropiado de la rojigualda?
Me lo expliquen.
_Es sencillo: si vas ostentando los colores de España, eres un facha.
¿Por qué?
_Porque esa bandera sólo representa a una parte de la sociedad española.
Entiendo. ¿Y siempre fuimos gobernados por esa pequeña minoría?
_No, de hecho la izquierda, desde que estamos en democracia, arrasa salvo aquellos 8 años infaustos de Aznar a.k.a. Yooors a.k.a. Hablo Catalán En La Intimidad Y Pongo Acentos Grotescos De Todos Los Demás.
Bien, y entonces... si habiendo estado tanto tiempo mandando -presuponemos que con el suficiente apoyo de votos como para sentirse tranquilos- sin haber propuesto un cambio de colorido o de diseño del trapo... ¿no es una forma tácita de aceptar esa bandera también como progresista?
_Qué tácita ni qué tácita. Es facha y punto.

Pues nada. Todos fachas.


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