22 julio 2008

Bos taurus



Siendo un tipo que trabaja en publicidad y se dedica a pensar en formas de que las marcas se queden en la mente de las personas, lo único que puedo decir en el caso del Toro de Osborne es que es uno de los casos de referencia en cuanto al éxito contrastado de un mensaje eficaz y acertado. Chapeau.

Pero al margen de lo que, en tiempos, la agencia Azor creó para un licor de la bodega andaluza allá por los años 50, el propósito de esta pajilla mental de hoy no es tanto hablar de ese Toro como del toro en general. Del bos taurus, vaya.

Admito que no se me conocen estudios zoológicos y que lo poco que sé del tema empíricamente se basa en lo que encuentro por la red. Aún así, resulta interesante destacar unas cuantas cosas. En general, la raza bovina -que incluye a vacas y bueyes- es mansa. Siglos y siglos de servil sumisión al hombre han condicionado su evolución acortando los cuernos, engordando sus carnes y pacificado su comportamiento.
Y eso que si ves una vaca que te mira mientras masca hierba, te asustas o como poco le devuelves la mirada pelín acongojado. Mal rollo injustificado, basado únicamente en que vacas y vacos tienen un volumen considerablemente... hum... enorme.

Resulta que la raza de lidia, esa que se usa en los ruedos, es ligeramente distinta. No sólo fisonómicamente (cuernos más grandes y con las puntas hacia adelante, más musculados, etc) sino también con unas pautas de comportamiento más salvaje. Es lo que llaman bravura los entendidos, que implica mala hostia e ingenuidad en dosis equilibradas. Es decir:

Toro1: Hum... esa... cosa que se mueve que tengo delante [un trapo rojo]... ¿qué será? ¿Se puede comer? ¿Y si soy alérgico? Quizá si me acerco despacio y con cuidado, a lo mejor le puedo dar un tiento a ver a qué sabe...
Toro1 no es bravo (le falta mala baba). Es, obviamente, un jodío glotón. Su rabo sabrá a gloria.

Toro2: Ah, ya está otra vez esa... cosa que se mueve, cosa que llamaré "trapo" sin ninguna razón aparente. Pero me llama más la atención el humano que la sujeta. Parece asustado y al mismo tiempo confiado. Me gusta darle miedo, significa que me respeta, pero no comprendo qué le hace suponer que puede estar tan seguro de sí mismo. ¿Piensa que puede ganarme en un uno contra uno? Clarito lo lleva. ¡A por él!
Toro2 no es bravo (le falta ingenuidad). Es todo un intelectual. Carne correosa -como buen sofista, es flaco y macilento y se deja la barba larga- pero sus sesos deberían trasplantarse a unos cuantos que yo me sé.

Toro3: ¡Una cosa roja! ¡A por ella!
Toro3 es, indudablemente, bravo. Y facha.

Bien, una vez aclarado el aspecto de cómo debe ser un toro para ser calificado como bravo para formar la raza de lidia, exclusiva del toreo, vayamos al lío.
No me termina de gustar demasiado la tauromaquia, aunque tampoco llego a ser antitaurino ni prohibiría la llamada "Fiesta Nacional". Para mí, es algo que está ahí.
He ido a corridas y rejones pero, no sé, debo ser un maldito sociópata porque siempre quiero que gane el toro. Bueno, siempre no. Cualquiera que vea a Hermoso de Mendoza subido a su caballo y fintando toros como lo hace... joder, qué hombre.
Pero sí, normalmente me pongo a favor del bicho. Del cornudo. Del gordo, vaya, no se me confundan.
Explico mi bando porque si todos nos volviéramos locos de repente y me dieran a mí el mando del reglamento taurino, cambiaba tantas cosas que parecería socialista: conseguiría que no lo reconociera ni la madre que lo parió... a mi manera.
Para empezar, el entorno. Terrible. Demodé. Quitaría toda la parafernalia de charanga y pasodoble y lo sustituiría por algo más primario: percusión. Ruidos de bombos y tambores resonando en la plaza. Es un duelo, no una fiesta.
Al torero no le quitaría nada. Quizá el traje de luces tenga una motivación que desconozco. A lo mejor, es que así llaman más la atención del animal. Que tampoco es plan de imaginarle haciendo aspavientos y gritándole para que le mire y pique... no, espera... ¡si ya lo hacen! Vale, fuera traje de luces. Desnudo tampoco, que uno es muy macho y no le gusta verle el badajo a otros [NdelT: No se me ofendan mis grandes amistades bujarras, es lo que tiene ser socarrón].
Pero la parte importante y verdaderamente crucial del asunto está en las suertes que implican a terceros y que suelen putear al toro. Picadores y banderilleros al peo. Se trata de darle al tema un toque de igualdad de oportunidades. No creo que queramos que, a cambio, haya una especie de "pica-toreros" que le recuerde lo manta que es y lo mal que folla para que se lance con más ganas a morderle un cuerno al toro. Sí, aunque parezca mentira, lo que hace el picador no le hace -casi- daño físico al toro. Pero le pone de una mala hostia que déjale ir...
Para lo mismo sirven las banderillas. Su equivalente "humano" sería ver a la ex tirándole besos encendidos al toro mientras con una mano enseña al respetable cómo de microscópica la tiene el pobre hombre. Aquéllos ríen en su cara y sueltan ocurrencias de lo más graciosas. Aún entonces, todavía queda la última "banderilla": ver a la actual pareja escaparse al baño de la mano de un tipo, aparentemente cubano. Sólo así podríamos imaginarnos cómo se siente un toro después de que se le claven seis cosas en el cuerpo.

Esa es la premisa desde la que parto para que una corrida de toros sea realmente espectacular. Hoy por hoy lo que se suele pensar antes de empezar es "¿cuántas orejas cortará, si es que el inútil este no lo hace rematadamente mal?". Con la nueva normativa, la nueva pregunta del millón será:
_¿Quién saldrá vivo de ésta?
Lógicamente, un hombre con las manos desnudas no tiene nada que hacer. Y sus cuernos tampoco son nada del otro mundo. Iría armado, al principio con una garrota o similar y después, cuando las cosas se pusieran más feas, con una navaja. Albaceteña, de dos palmos. Nada de mariconadas suizas.
Eso sí que sería un espectáculo.

Mis entrañables amigos de Público dicen que el toro es un símbolo españolista. Razón no les faltará viendo en qué se ha convertido el toro de Osborne. El problema es que sugieren que sólo se puede ser español -de bien- si te gustan. Que a mí me guste el animal lo acabo de demostrar. Pero ellos no se refieren al bicho, sino al toreo. Achacan -malamente- al toro todo el meollo de las corridas ignorando todo lo que hay de más.
Por ejemplo, ¿sabía usted, astuto lector,...
... que los toros de lidia -con sus instintos salvajes intactos- viven en manadas?
... que hay un líder que maltrata al resto y que es desafiado por varios aspirantes?
... que los derrotados son expulsados a hostias de la manada, convirtiendo al exiliado en un bicho aún más peligroso y enfurecido?
... que, debido a que separan a toros y vacas, se montan entre ellos para saciar su sed sexual?
... que toda manada tiene su mariquita -el más débil y sumiso del grupo, sin segundas- oficial?

Que me aspen si no se parecen a nosotros.
Pero volviendo al asunto periodístico, ahora resulta que, para los pijoprogres, el concepto "ser español" implica que te gusta que se maten a toros en plazas redondas o cuadradas -según la ciudad- o que se maten excepcionalmente a toreros.
_¡Qué crueldad! ¡No quiero ser español!
Cachis, uno menos.
Por esa regla de tres, me imagino que también, para esta gente, "ser español" significa:
- Que te guste el flamenco e ir vestido de faralaes.
- Que el único cine aprovechable es el de la época del Destape. Y, si me apuras, John Wayne. Y Chuck Norris, claro, pero es que todo el mundo sabe que Chuck es, en realidad, Dios.
- Que sólo puedas comer con verdadero paladar agradecido paella, gazpacho, y "pantumaca" como plato exótico. De salsas, alioli y brava. Y como te salgas de ahí, malo.
- Que eres del Real Madrid. Obviamente, facha.
- Que políticamente te enorgulleces de ser de derechas y añoras de vez en cuando a Franco.
- Que eres un maldito intolerante además de encasillar vilmente a los que no piensan como tú en un vago concepto abstracto conmúnmente conocido como "rojos" o "progres". [¿Lo cogéis?]
- Que serás capaz de tener la doble moral de criticar los castellers por ser peligrosos para niños pequeños o celebrar los Bous a la Mar de Dénia o los Correbous de Olot mientras calificas a los habitantes de los Països Catalans como "esos extranjeros de mierda" al tiempo que defiendes la tauromaquia como "arte", "tradición" o "cultura".
- Que no eres vegano y, por tanto, tampoco te va a preocupar la indignante situación de las gallinas de corral o del estresante y sádico cautiverio del atún de piscifactoría. [NdelT: ah, ¿que esto no tiene nada que ver? Para Público, algo habrá...]
- Que ni siquiera te preocuparás por arremeter contra el vegano por atentar de modo sádico y cruel contra inocentes frutas y verduras, torturarlas cortándolas y mutilándolas para después devorarlas. Recuerda, amigo hippy: las plantas también son seres vivos... ¡no las fumes!

Con todo así, ¿quién no se apunta al españolío?

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