11 junio 2012

100.000 millones de truenos

La parvada de la semana viene aderezada con 100.000 millones de euros y esa extraña picazón de tener algo metido en el culo sin saber si podrás sacarlo.
Porque sí, damas y caballeros, al final lo que tuvo que pasar pasó y fuese y no hubo nada. Ni algaradas en las calles ni llanto y rechinar de dientes: jugaba España, jugaba Nadal y corría Alonso. Casi nada.
 Pero tampoco es cosa de hacerse mucha sangre. Siempre he pensado que los que ven en el fútbol un opio del pueblo sólo son frustrados que no cogieron en el Real Madrid a su debido tiempo. Lo que me pita hoy los oídos son esas 100.000 millones de razones para creer que nos han vuelto a engañar.

No, verán, no es que piense que esa intervención sea maliciosa. A fin de cuentas sólo habrá que devolver 103.000 millones dentro de 30 años: es lo que viene siendo un chollo razonable. Lo que me inflama un testículo es para quiénes van, íntegros, todos esos miles de millones que son muchos y qué pasará luego con ellos. ¿Quieren saber qué pasará luego? No, no quieren. Pero se lo contaré igual.

Pasará que recibirán esa pasta, la usarán para tapar los agujeros siderales que tienen y harán como si no hubiera pasado nada. Mientras tanto, el Gobierno nos subirá los impuestos todo lo posible para reunir 103.000 millones en treinta años, recortará de donde se pueda recortar sin tocar lo que hay que tocar (¿17 autonomías? ¿En serio?) y todos lo pasaremos un poquito mal. ¿Todos?

Por estas fechas cada año los bancos suelen presentar sus resultados anuales. Beneficios récord habituales salvo estos últimos años de crujir de huesos, pelillos a la mar (100.000 millones para ser exactos) porque a partir de ahora presentarán otra vez beneficios récord año a año.
_Bueno, pero esos beneficios irán para pagar la deuda acumulada, ¿no? Es decir, esos 103.000 millones que parecen poca cosa cuando lo dices en voz alta.
¿Verdad que sería hermoso? ¿Verdad que parecería lo justo? Pues tomémonos una tila gorda porque no será así. Todos esos jugosos beneficios milmillonarios son para pagar los bonuses y los dividendos y las prebendas y lo que ronde la morena que no haya rondado aún. Ni un pavo para esa deuda que pidieron deprisa y corriendo porque "no se puede dejar caer a la banca". ¿Alguien sabe con certeza por qué no se puede dejar caer al gordo seboso del banco?

Átense esos machos, que vienen fuertes
De acuerdo, suprimamos del discurso la demagogia de saldo y el populismo de tasca. Hemos encadenado dos gobiernos inútiles, que prometieron mucho e hicieron más bien lo contrario, que dan la constante sensación de ir detrás de algo o alguien que les mueve a su antojo. Uno era abogado y el otro registrador de la propiedad. Ambos más inútiles que el fontanero Guerra, perfiles provincianos que morirían antes de decir las verdades de Agamenón o su porquero: que estábamos jodidos y lo seguiremos estando. Y encima pagan muchos miles a asesores de comunicación. Viva y bravo.

Y puesto que renunciamos a la demagogia, también debemos entender que el sistema financiero se ha convertido en la espina dorsal del mundo. No me miren así, lo decidimos entre todos cuando oímos las palabras 'crecimiento exponencial' y 'dividendo' y 'especulación' y permitimos que:
a. El sistema financiero pagara a los partidos políticos para hacer sus campañas
b. Los partidos políticos metieran a políticos en el sistema financiero
c. El sistema financiero, además, puede jugar con otros sistemas financieros a ver quién la tiene más gorda (y apuestan en contra)
d. Y, además, dan dinero.
¿Cómo dejar caer a un amigo, a un hermano? ¿De qué modo nos permitiríamos volver al siglo XIX o, peor aún, al XVIII, con lo polvorientas que son las pelucas y lo antihigiénico que es el rapé? Porque esa es la tuerta realidad, mesdames et messieurs: sin sistema financiero volvemos a la esclavitud, las colonias y el imperialismo racista. ¿Ah, que no? Pues lo parece a juzgar por el pánico que sienten algunos cuando las cosas parecen torcerse un poco
Pero es que es todavía más cruel: de caer el sistema financiero volveríamos al siglo V. El quinto Antes de Cristo.

Permítanme un pequeño juego de política-ficción para explicarme: supongamos que mañana sale Draghi (LOGSE: el tipo que manda en la fábrica de pasta de Uropa) y dice eso de "el sistema financiero europeo ha caído. Entre todos lo mataron y él solito se murió". Pasarían estas cosas:
Eins. El sistema financiero asiático se derrumba. India e Indonesia, muy dependientes de las exportaciones e importaciones, se ven sin (más) dinero y entran en barrena, lo que además añade salsa curry picante de cojones en Cachemira y Bangladés, por no mencionar las tensiones nacionalistas en Sumatra. Guerras uno y dos fuera.
Zwei.. El sistema financiero japonés se hace seppuku y muere con honor. Con él se marcha el surcoreano, que no puede él solito con todo. Euforia en "los mercados" árabes y norteamericanos que, oliéndose la tostada, habían apostado en contra de Japón. Corea del Norte invade Seúl, apoyado por China. Guerra Tres released.
Drei. El sistema financiero norteamericano se gripa, mucho. No hay dinero para pagar esos pluses de inversores más pendientes de porcentajes para sí mismos que de humanidad para los demás (esto es realismo, no populismo). Y no lo hay porque para eso deberían existir sistemas financieros en, al menos, Europa o Asia. Y China tiene muchas cosas y muy baratas, pero no billetes suficientes y aparte está en guerra con USA por lo de Corea II. Guerra Tres acaba siendo Guerra Mundial Tres.
Vier. Los árabes, que tienen mucho petróleo y pocos gastos, son los únicos que tienen pasta. Pero como ya eran dueños de medio mundo no les sabe demasiado a gloria comprarse el otro medio. El único problema para ellos es que hay un fünf muy feo y con siete brazos.
Fünf. Israel les declara la guerra a todos ellos. Otra vez. Con el ambiente que se respira, para ellos no hay nada más apetecible que quedarse con todos los países productores de petróleo de los alrededores, que son unos cuántos (países y productores). Guerras Cuatro, Cinco y Seis a la espera.
Sechs. Esto es seis en alemán y se pronuncia sex.
Sieben. Europa regresa a sus orígenes: los estados nacionales han fallado. Los primeros intentos por declarar independencias regionales fracasan con la promulgación de las ciudades-estado, mucho más sostenibles por requerir muchos menos gastos, pero la amalgama entre unos y otros promete un caos divertido y estimulante para matarnos unos a otros con saña y mala baba. Jumilla vuelve a ser nación.

¿Cómo, que les suena demasiado utópico y tremendista? Deberían consultar por qué empezó la Primera Guerra Mundial. Y la Segunda. O cómo se formaron los estados actuales. O comprobar que la Ley del Péndulo es inexorable y el gobierno mundial (la aspiración de las élites pensantes y mercantes) cada vez pinta más raro: ese era un extremo del péndulo y llevamos un siglo yendo hacia él, pero la inercia se agota y tira hacia el lado contrario.
¿Qué ven más probable, queridos? ¿Un gobierno único en Pekín? ¿O que cada perro acaba lamiéndose su cipote como buenamente pueda?
_¡Impensable, impensable!
Entonces la solución pasa por no dejar caer a la banca. Y por eso los 100.000 millones para la banca que nadie tiene que devolver.

Mucho menos, la banca.

04 junio 2012

Otra verdad tuerta

Se le atribuye a Julio César (LOGSE: un romano bisexual que odiaba a los franceses) haber repudiado a su mujer Pompeya por no parecer honesta, aún siéndolo. Si Julio César viviera hoy en día sería un político norteamericano, para quien la apariencia es más importante que la experiencia, o sería un moderno daimyō japonés capaz de dejarse las tripas colgando por llegar tarde a una cita. No lo sabremos.
Lo que sí sabemos es que César sí dijo que los españoles vivimos bien bebiendo. Y también que, de vivir J.C. hoy en día, no sería español. Ni miajita.
Porque en el país de los 500.000 políticos, el tuerto brilla por su ausencia si no es para contarnos lo que queremos oír. Como que hay 500.000 políticos en España. Ya nos gustaría a nosotros que hubiera tantos a los que maldecir: no se tardaría en montar cadalsos en cada esquina. Pero no los hay. Aunque a veces lo parezca.
La verdad tuerta es que quisimos ver a medio millón de aprovechados viviendo a nuestra costa, un número tan inflado y grotesco que justificara la deuda, la crisis, la aparentemente imposible solución del problema de golpe y, desde luego, una bonita revolución. La otra verdad, la buena, arroja una cifra que sigue siendo escandalosa, pero no llama tanto la atención. No diré el número para no sonrojar. Pero tiene 6 cifras.

Otra torticería son las reformas y ajustes. Verán, damas y caballeros, el lenguaje es poderoso. Las palabras significan cosas. Expresan una representación mental a través de sonidos comprensibles, cuando puedes comprenderlos.

Una reforma es arreglar algo que ya existe, normalmente para mejorarlo. Las reformas políticas son otra cosa: es poner lo que interesa en la coyuntura del momento y que sea otro en el futuro el que se encargue de arreglarlo si es que le interesa. Probablemente, uno del mismo partido cuando se acerquen las elecciones. Ahora toca decir que el IVA que soportamos es uno de los más bajos de Europa y que eso no puede ser.
Y es que eso no puede ser porque no hay dinero. Porque durante años nuestros mandamases nos amorcillaron con paletadas de billetes en forma de aeropuertos provinciales, centros culturales en cada pueblo y todos los kilómetros de carretera o vía que pudieran soñar. Aquello nos salía ya caro, pero es que además por el camino había muchos controles para aligerar el bolsillo: que si ahora los costes de construcción se duplican, triplican o cuadruplican sin venir a cuento, que si es que la licencia no la van a dar si al alcalde no le pagan un viaje al Caribe o que si el Ministro quiere moverse en helicóptero y no hay quién le quite la ilusión al pobre, o que mi sobrino copió tres páginas de internet y eso podría valer como informe, a millón la hoja.
Un día unos ninjas reventaron la alegre diversión de vivir del crédito y todos esos castillos en el aire cayeron al mismo tiempo. Todos se pillaron las manos con el fondo vacío de la caja. Pero ninguno tendría los huevos de admitir que se pasó con los presupuestos. No, damas y caballeros, aquí la vergüenza torera se lleva hasta la tumba.
Pero tampoco los iba a tener para cargar con el peso del muerto que él mismo liquidó. ¿Para qué, habiendo otros que puedan llevarse la peor parte? Así que nada de bajarse sueldos estratosféricos y completamente alejados de la realidad, nada de suprimir pensiones vitalicias del 100% por haberse pasado a veces por el Congreso a votar lo que te dicen desde arriba que tenías que votar (¡hijos de la gran fruta, que ni siquiera ibais a trabajar!), nada de exigirse más a ellos mismos a unos estándares más acordes con lo que cabría esperarse de ellos. Ni hablar: aquí no dimite nadie y ni pensemos lo de quitarnos privilegios, con lo que cuesta mezclarse de nuevo con la chusma. Así que seguiremos teniendo 17 autonosuyas con sus 17 parlamentos y sus 17 de todo para gastar 17 veces más. Y 52 diputaciones provinciales, y 26 canales de televisión autonómicos, y miles y miles de empresas públicas donde colocar a los más inútiles y ocupar edificios públicos para que nadie pueda quedárselos, que eso de regalar palacios sólo está bien para gente como la SGAE. Pero luego es a usted al que le piden que pague. Y paga. Y calla. Porque su verdad tuerta le impide ver más allá de lo que el peso de la responsabilidad le permite: que le están tomando el pelo.

Un ajuste es calibrar algo medible hasta hacerlo funcionar como debe. Calibrar implica movimientos precisos. Precisión es algo de lo que adolece cualquier político español. Otra verdad tuerta, queridos: nadie se dedica a la política pudiendo dedicarse a cosas mejores. ¿Idealismo? De talonario. ¿Ideología? De alquiler. ¿Democracia? Cerrada y atrancada con triple cerrojo. Así cualquiera se afilia al partido que tenga más cerca de casa, que sólo los que han echado de todas partes acaban allí. ¿Los mejores? No me hagan llorar, se lo suplico, que esta página se llama El Sinarquista y el sinarquismo no es sino el gobierno de los mejores. En los últimos diez años, ¿conocen a algún ministro que fuera considerado el mejor en lo suyo? En los últimos veinte, ¿conocen a algún presidente famoso por sus capacidades contrastadas de saber gobernar un país entero? ¿Que hablara inglés al menos? En los últimos doscientos años, ¿hemos dejado de tener caciques?
Ellos nos hablan con pavor y terror y rechino de dientes de la intervención de una troika formada por cuadriculados alemanes. Nos advierten de lo difíciles que se nos pondrían las cosas si ellos llegaran a hacerse con el control del gobierno.
Si el fin último de todo gobierno es la eficaz administración a fin de obtener el mayor provecho económico y rentabilidad social, ¿por qué no dejar que sean los alemanes quienes lo hagan? Han demostrado que saben hacerlo.
Porque la verdad es tuerta: sólo vemos aquello que queremos ver. La gran mayoría de los cargos públicos no tienen nada mejor que hacer que sentarse en sus poltronas y ver pasar el tiempo a través de la ventana. Si llegan los alemanes con las escobas, se acabó el chollo y a pedir al metro o al amigo que le debe favores.
Y entonces tirarán de agenda y cobrarán favores, y las noticias bullirán sobre lo terrible que resulta disolver autonomías infladas a golpe de aldeanismo, del golpe definitivo a la convivencia milenaria por un invento de hace 30 años. Porque, ¿recuerdan los libros de historia? Ya nos soportábamos hace cien años sin autonomías. Y hace doscientos. Y hace mil años, cuando los visigodos. Y hace dos mil, cuando Julio César.
Pero somos tuertos, damas y caballeros. No queremos ver nada que no encaje con nuestras ideas preconcebidas y tenemos preconcebido que no tener autonomías es ser un dictador enano y con bigote que habla con acento de Ferrol. Y tenemos preconcebido que los manchegos dejarán de ser manchegos y los catalanes dejarán de ser catalanes porque sin autonomías no somos nada. Que, en todo caso, nuestras ideas preconcebidas prefieren que nos liemos todos a tiros o acabemos siendo 17 países jugando una liga internacional de fútbol. Y olvidémonos de ganar otro Mundial.

Si total, siempre gana Alemania.