02 julio 2008

Antonio López

Antonio López es un pintor nada desconocido (para algunos), y menos ahora que es el brochagorda vivo que más cotiza, según Christie's.

Confieso que no sé mucho sobre este artista manchego. Es más, si alguien me preguntara quién demonios es Antonio López probablemente le hablaría del lateral izquierdo del Atleti. Así que no, supongo que no puedo decir que soy de esos intelectualoides que escuchan a Bach y saben distinguir el estilo Karajan del de la Filarmónica de Londres. Pero... hete aquí que el amigo pinta como los ángeles. Y Madrid parece ser su musa.

Por eso, es un tipo que tiene que caerme bien. De ahí que le dedique este hueco.

Esta maravilla del hiperrealismo español del siglo XX es la Avenida de América vista desde las Torres Blancas (referencia arquitectónica modernista, por cierto). Por este trozo de madera de casi un metro cuadrado se ha pagado la nada despreciable cifra de 1,38 millones de pounds (casi 2 de leuros, al cambio) en una subasta hace unos días. Lógicamente, no trasciende el nombre del potentado inversor, aunque no creo que sea cheli o, si lo es, hace tiempo que no se ha dado una vuelta por aquí. Con lo que ha cambiado este mismo paisaje de entonces -fue pintado entre el 76 y el 82 a razón de pincelada por día- a ahora, no sería extraño que fuera un nostálgico de la Movida. A fin de cuentas, aquí empezó todo.
[Detalle curioso: el momento cumbre de la Movida, el "Concierto de Primavera" tuvo lugar 7 días antes de que yo llegara al mundo. Revelador... ¡eso explica muchas cosas, mamá!]
La obra tiene varias curiosidades técnicas que no se tienen en cuenta en el conjunto estético. Inscripciones aquí y allá, abstractismo en las azoteas, anotaciones... parece ser que la parte más complicada de pintar fue el cielo, de ahí que el pintor escogiera los días 21 de cada mes de calor (entre abril y agosto) para captar sin demasiadas diferencias este cielo que nos hace especialitos. Bueno, eso y el agua. Que no la hay como en Madrid... cuando la hay.

Esta otra pieza es también de las más conocidas del autor (cosecha del 81, obviamente, la mejor por mucho que a los enólogos les dé por opinar que la del 82 no tiene parangón, se jodan) y refleja como si fuera una fotografía tomada después de una noche de pedo loco la Gran Vía vista desde Alcalá. Es una pena que la instantánea no pillara el Edificio Metrópolis, que según esta perspectiva quedaría algo más a la izquierda del encuadre, tras la calle Caballero de Gracia que flanquea Gran Vía 1.
Lo mejor del hiperrealismo es precisamente eso, que parece que estás viendo una foto cuando, en realidad, está hecho a mano. Se necesita un talento y unas cualidades técnicas increíbles para lograr tanto detallismo, ¿o no? Fijáos en la calzada. Hace 27 años estaba igual de pocha que ahora, aunque el luminoso de Gran Vía 1 ya no es de Piaget sino de Rolex (no, ciertamente, no cambia demasiado el tema). Eso es lo que más admiro de la pintura moderna (y no tan moderna, ved si no La Lechera de Vermeer) y por eso no consigo ver mucho arte en el dadaísmo o el impresionismo francés. Pues sí, Van Gogh me parece insulso. Gauguin, infumable. Miró, incomprensible. En cambio, Richter me encanta.
Sé que esta tendencia no es de las más populares. Que pintar realismo no refleja sentimientos ni evoca pensamiento alguno. Que no transmite. Es como mirar una foto y poco más, vaya. Po fale.
No creo que eso sea discutible. Pero a mí me resulta mucho más evocador ver un cuadro que plasme un lugar que me he pateado cientos de veces, con todos los recuerdos y emociones que eso implica; antes que un girasol, un galimatías incomprensible o meros trazos hechos bajo vete tú a saber qué criterios que a mí, personalmente, no me llegan.
Será que soy rarito. O será que soy madrileño.

2 comentarios:

  1. Anónimo11:53 a. m.

    Que el cielo sea tan evocador y que el resto no remueva especialmente no es algo que tenga por qué sorprender. A fin de cuentas, se trata de paisajes muy de aquí que no todo el mundo (ni siquiera cada gato) tiene que reconocer. De hecho, el ahora mítico "Torres Blancas" lo confundiría si no fuera por el título y por el Edificio Iberia que me conozco al dedillo... porque de pequeño vivía casi debajo. Por lo demás, ni fu ni fa salvo ese atardecer. El otro es distinto. No sé, me llega más. Y no, no porque sea más grande :P

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  2. A mi personalmente no me remueve el resto, plasmado cual fotografía, prefiero coger un ave y pasearme por gran via... eso me remueve!!!
    En cuanto a gustos artísticos, me considero una inculta en ese aspecto, el mayor contacto que he tenido con pinceles y lápices de colores ha sido para usarlos en la cabeza para recogerme el pelo cuando este me ha dado calor, así que imagínate... pero si hay algo que tengo claro es que no hace falta ser un experto en arte, para tener gusto propio, y que los gustos o preferencias se generan a base de sensaciones (ya sean buenas, malas, ausentes o indeterminadas).. y a mi un girasol me las ha provocado...

    Ari...

    PD: no eres rarito... eres ESPECIAL ;) y nunca dejes de ser "tan madrileño"!!!!

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