28 abril 2008

Gente tarada


Estos días nos estremecemos cual locuelas por el último caso de un tarado monstruoso. ¿Cómo? ¿Que el asesino de Mari Luz es malo? Es un bendito pedazo de pan comparado con este tipo.
No hace tanto tiempo se destapó en este mismo país centroeuropeo un caso similar de secuestro prolongado con finalidades sexuales. Ya entonces nos quedamos flipando en colores. Y con Dolby.
Con matices, esta aberración que se hace llamar "hombre" ha conseguido anotarse un nuevo récord del horror.
Aquél tipo secuestró a una tal Natascha Kampustch, una desconocida para él. No raptó a su propia hija.
La tuvo durante muchos años en su trastero encerrada tras una puerta con candado y, cuando creció, la dejó deambular por casa, que fue lo que propició que ella pudiera escapar. No la encerró tras una pequeña puerta de acero que se abre con sistema electrónico de apertura (sí, como la pasta de un banco) en un zulo con vistas a nada.
No tuvieron hijos durante los 8 años (¿os imagináis a toro pasado 8 años de vuestras vidas?) que la tuvo bajo su poder. Este hijo de puta triplica ese número: 24 años. Años. Y tuvo 7 hijos con su propia hija. Eso le convierte en padre-abuelo.
Aquél mierdecilla inseguro y apocado no quemó a uno de sus propios hijos en un horno ni lo enterró en su jardín. Este animal sí.
Como no tuvo hijos, no pudo adoptarlos. Éste demente apadrinó a tres de sus nietos-hijos e hizo como si no pasara nada, mientras que los otros 3 se han pasado toda su vida sin ver la luz del Sol... ¿qué tenían de diferentes para no merecer iguales privilegios? ¿Os dáis cuenta de que hablamos de "privilegios" tales como ver luz, hablar con gente, pasear...? ¿Vivir?
Aquél vicioso enfermo se suicidó en cuanto su "Lolita" escapó. A éste, encima, tendrán que mantenerlo entre todos los austríacos porque me consta que no tiene especiales ganas por marcharse del mundo y hacernos un favor a todos.
Aquél caso fue (y aún es) dantesco. De todo punto abominable, incomprensible para cualquier mente humana cabal y lúcida. Llegados a este punto... ¿ahora qué hacemos con éste que supera cualquier registro conocido?
¿Qué se supone que debemos pensar de la raza humana? ¿Cómo podríamos siquiera intuir en qué pelotas estaría pensando este error de la naturaleza?
La cuestión que me planteo es, y ahora... ¿qué deberíamos hacer con él? ¿Qué se supone que tenemos que hacer con inhumanos como éste? ¿Sería lícito negarle la condición de "humano" a quien no muestra signos de serlo? ¿Podríamos establecer una serie de directrices por las cuales a quien se le niega tal condición no se puede amparar en Derechos Humanos?
¿De qué modo reaccionaremos cuando llegue alguien y supere estos números dantescos? ¿Nos reiremos por no llorar? ¿Alguien pensó alguna vez que podría ocurrir un hecho semejante?
¿Le eliminamos? ¿Le torturamos como no se ha torturado jamás a nadie para que él experimente sólo una parte de lo que ha causado? ¿Permitimos que un "señor" (!) de 73 años se pudra en la cárcel quedándole apenas unos pocos años de vida?
¿Lo sometemos a toda clase de estudios para intentar explicarnos qué clase de motivaciones perturbadas movían sus más bajos instintos? ¿Podrán averiguar en qué momento y de qué modo se taró hasta el punto de encerrar a la sangre de su sangre "bajo siete llaves" mientras su mujer, aparentemente, no sabía nada? ¿Qué clase de ser -¿merece tal denominación?- consigue hacer creer a su mujer que su única hija, también sangre de su sangre, es una jodida lunática que se ha apuntado en una secta? ¿Tantas ganas tenía de follar?
Este no-hombre es un canto a la misantropía. Es la inspiración perfecta de todos aquellos que sueñan con exterminar a la raza humana. Si fuéramos así, no mereceríamos existir. De hecho, este pedazo de carne no merece existir. Pero existe. Y si uno así puede existir, no hay duda de que existen más.
Cada uno de ellos insulta a toda la especie. Mancilla todo lo que representamos. Maldice nuestra herencia y nos recuerda que seguimos siendo tremendamente imperfectos. Que tenemos renglones torcidos y que, afortunadamente pocas veces, estos renglones se pueden retorcer aún más.
Quizá algún día podamos superarlos.

12 abril 2008

Obsesión

Pocas cosas hay más chungas para un espíritu revestido de falsa seguridad y confianza como encontrarse con un obstáculo persistente y tenaz en tu camino plagado de rosas, vino y sexo. Como cuando te resistes a aceptar que el camino recorrido por ciertas personas a tu lado terminó mucho antes de lo que a ti te gustaría y con un final demasiado repentino y tajante como para admitirlo.
Para cuando quieres darte cuenta, lo que empieza siendo una mera cuestión de orgullo termina degenerando en una enfermiza obsesión.
Maldita, maldita obsesión.

El caso suele presentarse de modos muy similares: conoces a alguien. No es nada del otro mundo, no tiene un elemento esencial que aporte a tu vida. Es una persona anodina, del montón. Quizá atractiva, quizá inteligente, quizá ambas cosas. Conforme os vais conociendo y descubriendo secretos e intimidades, reconoces cierta afinidad que nunca antes habrías creído. Empiezan las películas mentales, cómo será, qué le gustará, por qué, cuándo, de qué manera, ¿es realmente como me la estoy imaginando? ¿Tan... interesante?

De las palabras pasas a los hechos en apenas un suspiro, casi sin darte cuenta. ¿Cómo fue? ¿Algo que dijiste? ¿Algo que dijo ella, tan sutil e indirecto que cualquiera sabe si parecía lo que no es? Da igual. Llega el momento de la tensión sexual: miradas a los ojos y a los labios de manera furtiva, sin saber qué decir, con un rictus sonriente e impaciente asomando por la comisura de los labios.
Y entonces ahí estáis, devorándoos con los ojos y las bocas. Y claro, ocurren cientos de cosas. Decenas de caricias, docenas de jadeos, puñados de mordiscos y lametones, paletadas de embestidas y, con suerte, dos o tres momentos cumbres...
... luego, el silencio.

Quizá no fuiste la opción que creías ser. No supiste ser tan bueno, o mejor aún, tan malo. No debiste dejar entrever que aquello te ha gustado y que, cuando algo te gusta, sueles querer repetirlo. Que a ti eso de dejar las cosas en su mejor momento para no vivir la cuesta abajo te parece una gilipollez, pero no todo el mundo comparte esa teoría.

Te vuelves loco intentando adivinar por qué no te contesta nunca. Por qué está, pero no para ti. Ella no lo sabe, claro, porque pese a todo intentas parecer distante e intermitente, odias parecer pesado e insistente. Odias pensar que la necesitas, aunque sólo sea por una mera cuestión de egos. Pero morirías por una respuesta, bastaría un simple y eficaz "ya no me interesas" que duele menos que la indiferencia... pero entonces no te sentirías con tantas ganas de volver a verla. De seducirla una vez más, que el espejismo con el que te confundiste la primera vez te confirme que sí, que sabes hacerlo, que no tienes ningún problema, que tu autoestima podrá seguir irrealmente por las nubes al menos unos cuantos días más.
Sin embargo, todo permanece en el mismo estado.

Tienes problemas, ya lo sabías desde siempre. Pegabas a los chicos que no querían jugar contigo. Eras el matón del cole y te gustaba porque así nadie reparaba en lo poco que te aprecias. Descubriste, una extraña y borrosa noche, cómo se te puso como un canto al ver la paliza que le metían a alguien, comprendiste que lo tuyo es la sensación de poder, de dominación. Pero ella no se deja. Pasa de ti.
Empiezas a convertirla en objeto de tu ira. Ya no se trata de follar, has terminado por conformarte con que te haga caso, pero comienzan los episodios de paranoia y la inicialmente "sana" (¿alguna vez lo es?) obsesión acaba degenerando en algo peligroso.

Comienzas con las vanas amenazas. Los aullidos de dolor por tanta desidia injusta. Te crees realmente enamorado, ella es la madre de tus hijos, el amor de tu vida... y si no lo es, ya te encargarás de que lo parezca. Después de todo, eres el único capaz de ver las cosas como realmente son: esa tía no es más que una guarra que merece pasarlo mal por cómo te está jodiendo a ti.
Ahí empieza la tortura, la tuya y, sobre todo, la suya.

¿Por qué te presentaste en la puerta de su casa con aquella pinta de ido y la mirada brillante, plagada de locura? ¿En qué estabas pensando cuando, con el corazón a mil por hora, ladraste aquella terrible amenaza? ¿"No volverás a salir de casa sin mirar atrás"? Pero... ¡¿pero qué coño?!
Ella, asustada, consigue zafarse de ti y mantener las distancias. Deberías dejarlo ahora que ya has cruzado el límite, aún no has hecho nada grave. Pero no lo haces.
No ha recibido su lección.
No has conseguido nada.
No quieres sentirte un perdedor.
No puedes permitirte más frustraciones, tú no las soportas, no sabes qué hacer con ellas. En cambio, esa... esa puta debería estar besando el suelo que pisas y no lo está haciendo. La ves alejarse de ti, cómo te da la espalda, el último gesto de su cara despectiva y asqueada puede contigo.

A partir de aquel momento todo es confuso, no recuerdas con exactitud qué pasó. Hay un lapso de tu vida que ha transcurrido tras un velo negro.

Miras tus manos ensangrentadas y no comprendes muy bien por qué, dado que no te duele nada. Tu camiseta también está manchada. Y tus zapatillas. ¿Qué...?
Entonces la ves. Un guiñapo tirado de cualquier modo a apenas un metro de ti. No se mueve. No da señales de vida.
Un nudo te sube a la garganta. Un llanto largo y lastimero pugna por desatascarlo y finalmente lo consigue no sin esfuerzo. Se supone que la querías, hijo de puta. Se supone que la necesitabas. Se suponían tantas cosas que no comprendes nada.

Cuando escuchas ruido a tu alrededor te das cuenta de que pueden descubrirte, y entonces te aterras imaginando lo que te harían si te descubrieran. No comprenderían que no sabías lo que hacías, que tú no tienes la culpa, que fue ella quien te provocó...

Una, dos, treinta personas se arremolinan ante ti. Sientes deseos de encogerte, de hacerte tan minúsculo como tu dignidad y tu valor. Sólo con ver esas caras tan cargadas de ira y sed de venganza te aflojan el estómago. Te lo estás haciendo encima y aún así no basta. Farfullas un intento de explicación que ni siquiera tú mismo creerías, pero no has dicho ni tres palabras cuando las primeras hostias te tiran al suelo.

Por un lado deseas dejarte matar. Lo mereces, desde hace ya mucho tiempo. Tú nunca has apreciado la vida. No hubo nunca nada que la hiciera bella, salvo aquella chica que has destrozado a golpes. Ahora, demasiado tarde, comprendes que ella irá a un buen lugar y que a ti te espera algo muy distinto. Si no te mata la turba, lo harás tú antes o después.

Alguien decide por ti el peor castigo. Te deja vivir y ser consciente de tu culpa, llevándote contigo las cicatrices, en el cuerpo y el alma, de aquel día que habría sido mejor haberlo pasado encerrado en tu habitación.

Maldita, maldita obsesión.

11 abril 2008

Pecados Nacionales III

Salimos de Málaga para entrar en Malagón después de unos cuantos días demasiado cargados de trabajo.

A algunos todavía les sorprende, pero al Faraón no le gustan las putas. Aunque lo más probable, es que a quien realmente no le gusten es a la señora de Ansar ni a Concha Dancausa, en otros tiempos presidenta del mundo y de la Asamblea Cheli, respectivamente, y luego Consejeras de Asuntos Sociales y Familia.

Utilizando viejas tácticas militares, empezaron atacando por los flancos. La Casa de Campo fue el primer veto, cuartel general de rumanas y rusas. Posteriormente cargaron desde el flanco ganado hacia el interior mientras desde el otro extremo, el Parque del Oeste, unas misteriosas obras que nunca se llevaron a cabo cortaron la calle donde se colocaban los travelos y las nigerianas. En una curiosa maniobra envolvente, pusieron controles de alcoholemia en Cuzco y Capitán Haya -multicultural, con alguna que otra española-, dispersando al personal que se congregaba cada madrugada en busca de algo fácil y barato. Finalmente, en un interesante y ya clásico movimiento de tenaza, terminaron con Montera (territorio hispanoamericano), epicentro del puterío castizo.

Ni por esas, claro. Que hayan "limpiado" ciertas zonas no quiere decir que hayan acabado con el problema. Simplemente, lo cambian de lugar.
Así las cosas, al Ayuntamiento se le ocurrió que, ya que no podía suprimir el producto, la tomaría con el consumidor. Después de todo, razonaron con cierta lógica, si hay putas es porque hay gente dispuesta a pagarlas.
En realidad, aprovechan un tópico de lo más común: es horrible ir de putas. Pero mucha gente debe hacerlo si existen tantas. Y toda esa gente tiene que saber que lo que hacen está muy mal.

Claro. Después de todo, tiene mucho sentido. Las drogas existen no porque sean el medio que muchos utilizan como escape a sus problemas o para aliviar una adicción terrible y en ocasiones frisando la muerte... no, en realidad es más sencillo: es porque hay gente dispuesta a pagarlas, muy caras además.
El tabaco mata a miles de personas y centenares de miles más (entre ellos, un servidor) se fuman sus buenos cigarros a diario. Pero no es porque nos guste, ni porque queramos suprimir siete minutos de nuestras insulsas vidas con cada piti. No. Simple y llanamente, el tabaco existe porque hay gente dispuesto a pagarlo.

Pero venga, hagamos un esfuerzo de comprensión aún más retorcido. Y mezclémoslo con sexo, con Pecados Nacionales e ideas absurdas: existen violadores no porque sean unos enfermos mentales cuya única satisfacción es humillar (y, las más de las veces, matar) a una incauta que pasaba por ahí... sino porque hay chicas dispuestas a fantasear con la idea de ser violadas. Y, claro, algunas lo llevan más allá del límite y luego pasa lo que pasa, ¡insensatas!
Incluso, llegando al colmo del cinismo, podemos decir al hilo del Pecado Nacional anterior que, dadas las circunstancias y según algún obispo desnortado, la pederastia existe no como consecuencia de traumas o filias extrañas, sino porque algunos niños están dispuestos a tirarse a un señor que le ofrece caramelos.

La prostitución existe porque hay gente dispuesta a pagar por ella. Por supuesto. Todos lo sabemos. Pero resumirlo todo a ese concepto me suena falso, cínico, es apuntar al eslabón débil de la cadena.
La prostitución existirá por los siglos de los siglos mientras sigamos siendo una especie que necesite el acto sexual para reproducirse y éste procure un placer indescriptible.
Existirá mientras siga habiendo gente que se considera demasiado fea, tímida o estúpida para poder tirarse a alguien.
Existirá mientras sigan fantaseando con escenas y situaciones que jamás de los jamases practicarían con sus parejas.
Coexistirá con los maridos y las esposas convencidos de que el sexo es un acto irremediable para la finalidad última (tener hijos) y cuya práctica indiscriminada constituye un pecado, una inmoralidad o una pérdida de tiempo. Incluid aquí también a aquellos que, sin tener química sexual alguna, siguen juntos por vete tú a saber qué motivo.

No lo llaman el oficio más antiguo del mundo por nada. Pero hete aquí que cierto trío de ases liberal-conservadores consideran que son capaces de paliar en gran medida lo que nadie, nunca, jamás, ha conseguido.

Quien más quien menos conoce a alguien que conoce a alguien que asegura a ver visto a este o a aquél alto cargo en el D'Angelo's o en Hot magreándose con dos checas. Tampoco faltan los que vieron en su momento al de más allá en cierto garito, hasta arriba de drogas y con dos mujeres demasiado recauchutadas para parecerse a su santa esposa. En realidad, qué coño: acaban de trincar a todo un consejero balear que se fundía la pasta de la corporación municipal en drogas, putas y putos. Sobre todo, putos.
Luego partimos de la base, claro, de que aquí hay bastante hipocresía de cara a la galería.
Vienen a ser como los maricas reprimidos, esos que son los primeros en alardear de un machismo que nadie les ha pedido. Sí, ya sabéis quiénes son, esos que en cuanto ven a un gay se lanzan a machacarle... pero cuando se hacen pajas piensan siempre en... no, mujeres no. Sasto.
En este caso igual, son los primeros en desear erradicar esta lacra y también los primeros en llamarlas cuando les sube el apretón y la parienta está con sus jaquecas. Para esto, me temo, no hay distinciones ideológicas: si no, ved cómo Clos (y Hereu ahora) también andan con la misma cantinela en Barcelona, ciudad que hasta este año organizaba cada año el Festival Erótico. Pero claro, sin putas. Que los miles de tíos que se van corriendo a babear a actrices que viven del sexo se las apañen como puedan.
Veremos qué harán este año, que se monta en el Fabrik de Madrid.

Las prostitutas, meretrices, lumis, whatever cumplen una función social.
No es plato de buen gusto para todos, pero sin ellas es muy probable que esta mierda de mundo fuera aún peor.
Decidme, qué habría sido de la Historia sin la Dama de las Camelias (también mencionada como la Traviata). O de Wallis Simpson. O la mujer de Justinano de Bizancio. O de la mítica Mesalina. Buscad en la wiki, buscad.

Todos conocemos el lado oscuro del puterío. Chulos y proxenetas. Drogas. Violencia y muertes.
_Todo eso es horrible y hay que erradicarlo.
No me hagáis reír.
Existen los chulos sin que haya putas. Tipos que pegan a las personas que, supuestamente, más quieren. Escoria que maltrata sin razón aparente. Trozos de mierda que vejan, humillan y oprimen a aquellos que quisieron darles más de lo que pueden dar.
Yo he consumido drogas sin putas de por medio. Todas las personas que se drogan de mi entorno (unas cuantas) no lo hacen porque existan las putas.
Hoy mismo, en este mismo instante, se estarán pegando miles de personas. ¿Por culpa de una lumi? No. Por una mirada demasiado larga, por una provocación, por una herida abierta...
Y para qué hablar de muertes. Hace dos días un tipo se cargó a su ex y a su novio. No hay constancia de que vendiera su cuerpo por mucho que él lo pensara de puertas adentro. Eso sí, tuvo la decencia de pegarse un tiro. Delante de su hijo de 4 años.
Pero venga, la prostitución es una lacra que hay que suprimir. Es mala. Es muy mala. Y da mucho repelús.

Hace ya un tiempo alguien me dio la definición perfecta del hombre-hombre.
Es aquél que una vez amó y perdió. Que jamás lo comunica, nunca lo sacará a relucir. Alguien que se dejaría arrancar la piel antes que renunciar a aquello que una vez tuvo.
Hombres verdaderos. Hombres criticables pero, al mismo tiempo, admirables.
Esos tipos beben whisky con hielo, acodados mirando al vacío. Y lo hacen siempre en la barra de un prostíbulo. Apenas miran a las chicas, ni cruza más de dos palabras con ellas. Simplemente está ahí, pagando 5 veces más de lo que lo haría en cualquier otro lugar.
Sin embargo, si están ahí es por un motivo.
Hombres vencidos que aún mantienen un aura especial de respeto por sí mismos. Hombres que, justo antes de entrar a la habitación con la chati de turno, la espeta ruda pero educadamente: "Te llamas Paqui".
_No, cariño, me llamo Zuelmi.
_No. Paqui.

Imaginad a cualquier prototipo de hombre de verdad que haya existido a lo largo de la historia reciente. Humphrey Bogart. James Dean. Steve McQueen. Frank Sinatra.
Ahora jurad que jamás los veríais en un sórdido local lleno de mujeres semidesnudas a las que ignoran mientras paladean un Bloody Mary o un Manhattan.
¿Lo véis?
Ah, un apunte. José Luis de Vilallonga, un tipo que en los 50 fue el puto amo, probaba las putas de las madames más reputadas de París.

Seamos cabales. Existe demasiada mierda en torno a la prostitución. Hay drogas. Hay extorsión. Hay chulos y proxenetas. Hay violencia. Hay muertes. Y nadie, secreta o conscientemente, desea eso a nadie, a menos que tengas algún tipo de problema mental como alguno de los casos que he descrito por aquí.
Querer acabar con esa parte es loable, pero imposible. Seguirán existiendo mientras haya putas. Y seguirán existiendo las putas mientras existan hombres.
Y los hombres, afortunadamente para todos, siguen existiendo.