28 enero 2009

El sentido de la vida

Cuando en tu vida diaria pintan bastos uno detrás de otro y sientes sobre tus espaldas el peso de los continuos deseos frustrados, llegua un momento en el que te plantas frente al espejo y clamas por una reacción.
La más habitual, la más humana, es mirar atrás y buscar qué falló para encontrarte donde estás. La gran mayoría de las veces siempre aparece alguien a quien poder echarle las culpas y descargar así toda responsabilidad en un extraño. Papá, mamá, el profe con manías, el compañero cabrón, el jefe liante. Un presidente inepto. La crisis. Ella.
Así puedes sentirte legitimado para seguir lamentando tu suerte y zaherir rencores y miserias.
El problema viene cuando no hay, después de la primera rabieta, una segunda reflexión más atinada acerca de una verdad incuestionable: el único responsable de lo que ocurre en tu vida, para bien o para mal, eres tú mismo.

Eso me lleva a algo más complejo.
El sentido de la vida es, creo yo, simplemente el que tú quieras que tenga. Esa pregunta tan compleja, tan llena de recovecos plenos de incertidumbre y siglos de quebraderos de cabeza y corazones sólo admite una respuesta: la tuya.
Si esperas a que alguien te diga lo que tienes que hacer o decir, si pretendes que sean otros los que te dicten qué pensar, qué sentir o cómo hacerlo... entonces no protestes si ves en esta existencia un vacío carente de significado.
Yo no soy una excepción. Hay muchas partes de mi vida que no tienen significado. Otras muchas que no tienen arreglo. Alguna que se encuentra perdida y otras que aún están por descubrirse.
Y soy tan rematadamente humano como el que más.
Hoy me ha llegado una mala noticia. Una oportunidad de seguir trabajando en lo que me gusta en un sitio donde podría demostrar mi valía. Parece ser que hay otros que, a juicio de algunos, están más cualificados que yo. Podría hundirme, estaría legitimado para pensar que se equivocan. Podría dármelas de digno despechado y prometérmelas muy feliz que ya se arrepentirán.
Pero todos sabemos que no son más que palabras huecas. Prefiero pensar que mi momento aún no ha llegado, que debo pasar aún por otros lugares y conocerme mejor antes de dar ese gran salto.
Cualquier cosa antes que darme por vencido.

Y, mientras, seguir construyendo mi vida en los juegos donde sólo yo tengo todas las cartas. Tomar las riendas de mi vida y llevarla por donde yo quiera, no donde otros querrían que estuviese. Reclamar mi sitio y la validez de mis decisiones.
Que no sólo del trabajo vivimos. Ni vivimos sólo para trabajar.

13 enero 2009

III Intifada

Marchando una de intifada, que en árabe significa "levantamiento". Desde hace ya unas semanas el Tsahal está metido hasta el corvejón en eso de liquidar a miembros de Hamás ("fervor") y si de paso se carga a gente que pasaba por ahí, pues qué le vamos a hacer. Shit happens, como quiera que se diga en yiddish.
_Es que usan a mujeres y niños como escudos humanos.
Quien quiera tragarse el cuento, peor para ellos. No creo que pasara nada catastrófico si los jerifaltes israelíes tuvieran a bien decir que sí, que bueno, que sus misiles son demasiado potentes para los cuatro (mil) hamasistas diseminados por ahí y que claro, ven Shahadas colgadas por todas partes y así es muy difícil. Angelicos.
_¿Tsahal? ¿Shahada? ¿Eso qué es, el pañuelo palestino ese como el que llevo colgado?
No sé cómo se llama el pañuelo palestino. Para qué, si ya sabemos lo que es y lo que significa con decir "pañuelo palestino". Pero no es shahada, desde luego. Esto es algo más profundo y alejado de modas puntuales con las que parecer perroflauta y chiripitifláutico a la par que alternativo y solidario mientras tiramos de VISA y le damos una patada en el culo al libro de Historia. Total para qué, si queda fenomenal con todo.

Pero al mono, que es de goma. Y no porque meter baza sobre un tema en el que la gran mayoría no tenemos ni puta idea sea el deporte de más rabiosa actualidad. Sino porque uno es tocapelotas por naturaleza y le gusta airear las vergüenzas de quienes aparentan no tenerla.
Para empezar, leña a los pro-israelíes. Motivos para no hacer caso a la campaña publicitaria de hace un tiempo y considerar Israel como un "país de mierda":
0. Ellos también tienen experiencia en eso de montar grupos terroristas. Durante la II Guerra Mundial mataron al ministro británico de Medio Oriente y a 91 personas en un atentado.
1. Se sudó sangre para poder encajar un nuevo estado surgido de la nada tras la II Guerra Mundial. La que lió el puto Adolf con sus complejos... y qué sentimiento inexplicable de culpa albergaron los demás. Especialmente USA, que como no quería más judíos en su territorio (llegaban a miles por la presión nazi), pues algo tenía que hacer, pobriños ellos.
2. No se puede aprobar en serio una resolución para crear un estado judío en mitad de la "zona caliente" árabe si éstos se muestran totalmente en contra, y encima esperar que funcione. No se explica por qué Gran Bretaña, "colonizador" de Palestina y por tanto quien mejor conocía la situación, se abstuviera y que pese a ello nadie pareciera mostrarse alarmado.
3. Tampoco es comprensible que la ONU "no tuviera reparos" en que los cinco países árabes colindantes con el nuevo estado declararan la guerra al día siguiente a este nuevo país.
4. No creo que pudiera considerarse en serio "derecho de conquista" el territorio conseguido por Israel en esta primera guerra, que no la única, y que la misma ONU que creó la movida -y un quebradero serio de cabeza desde entonces para el mundo- no moviera un dedo para solucionarlo.
5. Pese a que hicieron tentativas -sinceras o no- de evitar más enfrentamientos, Israel empezó la Guerra de los Seis Días, realizando su primer "ataque preventivo" (?) y expandiendo -aún más- su territorio, recrudeciendo muchos enteros la estabilidad de la zona y creando más motivos para ganarse la enemistad de no sólo sus vecinos, sino también de buena parte de la opinión pública mundial, imagen que aún hoy perdura.
6. Precisamente, ese "ataque preventivo" trajo como consecuencia la guerra del Yom Kipur unos años después, en el 73, que apenas cambió nada en términos políticos (Israel mantenía sus dominios, salvo el Sinaí que devolvió tiempo después) pero sí en lo económico: los países árabes, primeros productores mundiales de petróleo, se dieron cuenta de su poder. Olé sus huevos, todos.
7. Las respuestas, siempre desproporcionadas, a los "ataques" (!) palestinos o árabes. Si matan a un judío no puedes matar a 300 árabes y quedar bien, me temo.
8. De aquellos polvos vienen estos lodos. Que el Holocausto fue un acto inhumano, inenarrable, indigno y cruel no puede negarlo nadie. Que por "quedar bien" (básicamente) el resto del mundo hayamos tenido que aguantar esta tensión y sufrir algunas de sus consecuencias, no.
_¿A dónde los habrías mandado tú? ¿Al Polo?
¿Había que mandarlos a algún sitio? Al hacer lo que se hizo, pretendidamente una mezcla de homenaje y "restitución histórica" sin mucha fuerza de argumentos (sin Holocausto no habría existido nada de todo esto), se creó un avispero que ya dura 60 años. Y lo que rondará.

Ah, pero es que el lado árabe-palestino tampoco se libra de buena parte del pastel de la culpa:
1. El racismo imperante en Palestina en los años previos a la creación de Israel proporcionó un caldo de cultivo perfecto para la escalada de violencia que se ha ido creando desde entonces. De no haberse producido la Gran Revuelta Árabe del 36 (asesinaron a un judío, "sólo" a uno, pero vaya si cundió), quizá todo habría sido distinto. Sólo quizá.
2. Declarar la guerra justo el día después de la creación de Israel sin agotar antes otras vías. Y encima, la perdieron.
3. Egipto y Siria no pueden pretender en serio declarar una guerra que no pueden ganar, como pasó en la del Yom Kipur.
4. La OLP (Organización por la Liberación de Palestina) no puede arrogarse autoridad moral si basa su fuerza en atentados terroristas. Si, todos acabamos considerando a Arafat como alguien respetable, pero de no ser por sus acciones las cosas se habrían tranquilizado mucho antes y de mejores modos.
5. La primera intifada tuvo sus motivos (20 años de ocupación, respuesta desproporcionada por parte israelí a un simple lanzamiento de piedras), y mucho éxito de cara a la galería del mundo. La segunda, no. Animados por el éxito cosechado años atrás, creyeron que el mundo volvería a ponerse de su parte, pero esta vez no había tanta intransigencia israelí, que intentaba alcanzar acuerdos de paz duraderos. Y utilizar el terrorismo como elemento de fuerza -ya no hablamos de piedras contra tanques- les restó credibilidad.
6. Lanzar cohetes Qassam a población civil israelí y, dados los antecedentes, no pensar en una respuesta desproporcionada es un poco estúpido a estas alturas, por muy propagandístico que sea dártelas de pobre víctima atacada sin motivo y con demasiada fuerza. Que ya no estamos en los 80, ya existe Twitter.

Así las cosas, en lo que respecta a la posición del resto del mundo, en este conflicto como poco debería ser suspicaz con unos y otros.
Pero aquí no hacemos las cosas a medias. Claro que no.
Vendemos armas a Israel como churros pero al mismo tiempo montamos una mani llamándoles "genocidas", eso sí, con nuestros CETME y nuestra munición.
Llamamos a Zerolo para que sea cabeza visible sabiendo perfectamente que si pisa Palestina es hombre muerto, no por ser de izquierdas, sino por homosexual. Y no porque lo diga yo, sino porque la Sharia es muy estricta en lo referente a la condición sexual de cada uno: vamos, que peras y manzanas y ya.
Mentamos a la oposición para que se moje sabiendo bastante bien que los únicos que realmente deben hacerlo son los que mandan, que para eso están -para mojarse y desgastarse-, no para montar algaradas partidistas y creer que estar en el Gobierno no es sino tener más dinero y medios para lanzar consignas de partido.
Tampoco es de recibo que los abiertamente conservadores estén tan inclinados hacia un bando que nunca -repito, nunca- ha sido un santo ni tiene legitimidad alguna para actuar como lo hace, ni siquiera en respuesta a atentados previos. Que, según eso, tras el 11-M deberíamos haber atacado Marruecos e invadido Tetuán, puesto que gran parte eran de allí.

Por eso, tras la mani y las respuestas suscitadas, sólo puedo apenarme de lo idiotas que pueden ser algunos por rascar un poco más de poltrona, y de borregos a quienes les siguen creyendo que defienden una causa justa sin tener ni pajolera idea de lo que hablan. ¿Estado terrorista? ¿Estado genocida? Por favor.
Y mientras, en estos momentos ocurren más conflictos y masacres injustificadas, pero ya sabemso que Bardem y compañía no mueven un dedo más que cuando se juegan las lentejas.
De ahí que mi credibilidad a su presencia en este tipo de actos sea no ya nula, sino en valores negativos.
Para país de mierda, el nuestro.

11 enero 2009

El fin del Estado Autonómico


No se lo oiréis decir a ningún miembro de la casta política, no al menos de manera pública y notoria. Tampoco se habrá de dar pábulo en ciertos sectores de opinión o de información, quedando arrinconado en algún remoto concepto, entre conspiranoia o elucubración.
De hecho, parece mentira pero es cierto: ninguno de nuestros próceres parecen saber lo que a pie de calle es una certeza. Este país, llamadlo Estado, llamadla nación, llamadla como os salga de las pelotas, ha entrado en una espiral irreversible de cambio. Hacia qué lado se inclinará la balanza, dependerá de muchos factores. Pero que nadie se lleve a engaño: el sistema actual está condenado. A muerte.

Partimos de dos corrientes de pensamiento diferentes, una nacida de la situación privilegiada de ciertas zonas del país y la otra, mezcla de nostálgica de otros tiempos -con intenciones y modos renovados y más políticamente correctos- y de respuesta a la primera corriente.
No me andaré por las ramas: España terminará siendo una federación de entes semi-independientes o un estado jacobino a la francesa. El término medio, eso que hemos llamado durante 30 años Estado de las Autonomías, agota su existencia.
No es la prédica de un profeta pasado de setas. Tampoco una paja mental razonable. Es, simple y llanamente, un breve resumen de lo que está por venir.
_¿A quién le importa, en realidad?
Por lo pronto, a todos aquellos que viven del Estado. Funcionarios, empleados públicos, asesores y carguetes varios. Un buen par de centenares de miles de tipos y tipas que deben sus lentejas al invento. Luego, a todos aquellos que no terminan de convencerse de la idoneidad del sistema actual, que vienen a ser legión si sumas a tirios y troyanos. Unos, por aspirar a cotas mayores de poder o fondos. Otros, suspicaces ante la cantidad de burocracia generada y la multiplicación de los gastos necesarios para mantener al bicho.
_El resumen está claro: la izquierda es federalista. La derecha, jacobina.
Que no te oiga Alfonso Guerra decir eso. Y a ver qué opinan CiU o PNV de semejante razonamiento clásico pero erróneo.
La izquierda ha sido tradicionalmente propensa a conceder ciertos ademanes permisivos con todo aquél dispuesto a pegarse por su terruño y sólo su terruño. Teóricamente, de hecho, Marx -y, especialmente, Lenin- abogaban por el ya consabido "derecho de autodeterminación de los pueblos". Teóricamente.
La experiencia y el paso de los años nos han demostrado que del dicho al hecho hay un trecho y que los marxista-leninistas que disfrutaron de décadas de poder absoluto no movieron un sólo dedo por promover esos derechos, si acaso se emplearon a fondo en reprimirlos. Pasó en la URSS, pasa en China, en Bolivia y en varios países africanos. Pasó en Camboya y pasa en general en todos aquellos países en los que existe en su interior alguien dispuesto a querer montárselo por su cuenta y riesgo, ya sean de un signo u otro.
Pero no pretendo teorizar. Expuesto el contrasentido, ahora queda saber qué se propone cierto sector político de España a la hora de decidir el sistema territorial -y, por ende, político- de las próximas generaciones. De hecho, las palabras de Zeta defendiendo el actual sistema autonómico deberían interpretarse en su justa medida, conociendo como ya conocemos al personaje.
_Ya te salió la vena facha.
En realidad no, creo que no depende del pensamiento ideológico creer que esta persona no es precisamente honesta ni sincera. Te puedes aguantar porque es de tu cuerda o rechinar más los dientes porque no lo es, pero nadie puede decir realmente que sabe lo que dice o lo que se hace. No ahora. Por eso, cuando dice una obviedad que nadie le ha pedido como es la de defender el status actual, como poco hay que preguntarse qué hay detrás.
_Detrás está el puto nacionalismo periférico, que rompe España.
Es una pista. Nos pongamos tontos o no, lo digamos mejor o peor, seamos más educados o menos, no por eso es falso que la corriente nacionalista actual no está para tener el añejo "sentido de Estado". ¿Dónde está? Ni lo olemos. Ni está, ni se le espera. A lo máximo a lo que están es a conseguir la mayor cantidad posible del trozo de pastel que llevarse a la boca. Los demás, que se busquen la vida.
Pero no son los únicos que pretenden modificar el sistema actual. También están aquellos que no ven la monarquía como la figura de cabecera idónea. O los que miran con simpatía movimientos secesionistas por los motivos que mejor les parezcan.
Aquí entra tangencialmente -por ahora- el partido en del gobierno. Sí, duela o se agradezca, es así. Pero lo hace tangencial y no directamente porque pretende jugar un doble juego de intereses. ¿Por cuestiones ideológicas? Ni hablar. Ideológicamente el PSOE hace ya mucho tiempo que dejó de ser socialista, obrero y español. Ni la sombra de Suresnes. No es una crítica, es una observación de cómo ha ido evolucionando el partido a lo largo de los años y de su posicionamiento ideológico actual, más en línea con la socialdemocracia sueca de Olof Palme que con el socialismo francés del último Miterrand.
¿Por cuestiones tácticas? Tiene más sentido. Agita el árbol del sentimentalismo regional-nacionalista allí donde tiene cabida hacerlo. Calla o mira hacia otro lado donde no existe, exponiéndose por otra parte a sus propias contradicciones internas. Pero no tienen que responder por ellas, puesto que cada grupúsculo tiene su compartimento estanco donde no hay injerencias de otros lugares, tan sólo de la cabecera, y ésta tiene las manos atadas: sin las direcciones regionales no son nada.
¿Por cuestiones internas? Ahí es donde está, sobre todo, la madre del cordero. Miles de militantes a los que tener contentos y colocados. Miles de simpatizantes a los que mantener a costa del presupuesto. Miles de coches oficiales que hay que utilizar. Cientos de miles de cargos que adjudicar. El actual sistema les permite contentar al mayor número posible.

¿Y el PP? ¿Es un "adalid de la unidad nacional", tal y como de vez en cuando alardea? No más que el PSOE. Le vino bien el momento de la redacción del Estatuto catalán para posicionarse como los únicos que realmente velan por dicha unidad, quizá con demasiado ardor y también incidiendo demasiado en su carácter "democrático", como si tuvieran miedo de que se les relacionara con el franquismo -en realidad, se hace igualmente, presuman de demócratas o no- o de que pudieran ser acusados de "tibios" por los más exaltados.
En lo único que parten con una ligera ventaja respecto a su oponente natural es en la separación en Navarra de UPN y PP, liquidando el pacto con los regionalistas y presentando una lista propia, apuntándose un tanto (que los socialistas aún no han sabido ver, creyendo tener debilitado al enemigo cuando éste en realidad se ha fortalecido) a la hora de apostar por un mensaje "coherente" (ejem) en todas partes. Lo de "Navarra se vende" ya es historia, claro. Ya no vende.
A no mucho tardar PSC y PSE tal vez quieran seguir esos mismos pasos. Desde luego, sería la evolución natural, tal y como van encaminados.
Pero por lo demás, es el mismo perro con distinto collar. También tienen una lista muy amplia de gente a la que colocar. Y lo malo del sistema actual, con listas cerradas y más centrada en el partido que en el líder que lo preside, es que quienes controlan realmente dicho sistema son uno u otro partido, ninguno de ellos interesado en cambiar -aparentemente- las cosas.

¿Por qué, entonces, se prevé el cambio? Porque se adivina una radicalización en ambos sentidos acerca de la configuración política y territorial de España. Quienes ya hablan sin tapujos de un "Estado plurinacional" hoy, mañana (en realidad, ya) hablan de "Estado confederal" -ni siquiera federal- cuando no de su "miniEstado" de turno. Los otros, tirando de su lado de la cuerda, hablan del derroche que supone 18 gobiernos, su inefectividad en varios ámbitos -alguno reconocido por el propio Gobierno- o del gasto inútil en fondos y energías que podría dedicarse a otros menesteres más favorecedores para el país en su conjunto. Unos quieren dividirse, otros sumarse, pero a ninguno le ampara la razón ni la lógica. Sólo son puntos de vista opuestos acerca de un mismo concepto. Que nadie toque a rebato.
El caso es que tarde o temprano una facción se impondrá a la otra. No me refiero a la fuerza. Pero sí que será motivo de inestabilidad durante un tiempo quizá nada desdeñable, el necesario para que se equilibren de nuevo las cosas en un punto intermedio similar al actual con el que llevarse todos bien. Porque no, no se trata de contentar sólo a algunos. Tampoco de obedecer sólo una tendencia "porque sea la políticamente correcta" (cada cual que interprete cuál es), pero no lo acertado. Ni alzarse por la fuerza de las armas para tratar de imponer lo que de otro modo no sería posible.
Pese a que el escenario de una nueva guerra civil sea muy improbable, no puede descartarse. Los alarmistas de siempre dicen que por menos se montó la del 36. Allá ellos y sus cuentos para no dormir. Pero sería muy irresponsable no tener esa remota posibilidad en cuenta, por pequeñísima que sea.
Hoy mismo, en El País alertaban sobre el rebrote violento de la extrema izquierda en Francia a cuenta de los pronto famosos "Nueve de Tarnac".
Ya dijo George Santayana (españolito de origen, sabía de qué hablaba el jodío) eso de "los que no conocen su Historia están condenados a repetirla". Aquí no conocemos nuestra Historia. Cada bando se encarga de inventar, magnificar o modificar su versión para adecuarla a sus intereses. Unos y otros, ojo. Muy sangrantemente unos, muy ilusos los otros.
¿Que cuál es de quién? Cada uno tendrá su propia opinión al respecto, lo que precisamente incide aún más en el error.

De ahí, precisamente, que crea irreversible este proceso.
Espero no ver a dónde nos lleva.