18 febrero 2008

Kosovo

Anoche terminó una tensa espera en la cual no se sabía exactamente qué demonios podría ocurrir. "¿Se irá? ¿No se irá? ¿Volverá conmigo algún día?" Y el desenlace es como mínimo preocupante.


No soy ningún especialista en los Balcanes más allá del nivel usuario. Sólo sé lo que he ido leyendo todos estos años y, además, muy de pasada. No es una zona que me impresione o me interese, y eso que mi viejo jura y perjura siempre que tiene ocasión que tenemos sangre húngara. Aún así, lo ocurrido tiene todos los visos de convertirse en algo demasiado gordo como para no dedicarle el rato libre que tengo.


USA auspicia la enésima partición de Serbia. Es más, sin su inestimable colaboración no estaríamos hablando de este tema sino de, por ejemplo, por qué Di Stéfano es el más grande o de alguna chorrada típica de las mías.

El acto no viene dado, en contra de lo que muchos ilusos podrían pensar, porque América sea la tierra de la defensa de la libertad y la democracia. Juas. América es muchas cosas. Algunas envidiables, otras estúpidas. Qué decir del lugar donde conviven la sofisticación más extrema (Hollywood, el showbiz, el AllStar) y el paletismo más exacerbado (cualquier pueblo de la América profunda me vale, o mismamente la primera entrada que escribí aquí).

Una mezcla de ambas cosas (sofisticación y paletismo) es lo que ha sentado tan peligroso precedente. A los Estados Unidos le interesa que la UE no se fortalezca más. Necesita mantener una base fija en un área próxima a Rusia y los países árabes sin que corra peligro su integridad. Le motiva dar un paso adelante en favor de musulmanes después de tantos años dándole cera al moro, por si pudiera servir para que les odien menos y les dejen jugar. Por ese lado es bastante comprensible.


Difícil es de entender, por otra parte, el papel entusiasta de algunos países de la UE. Francia tiene sus propios movimientos independentistas y, pese a ser un país jacobino y centralista, no debería jugar tanto con fuego reconociendo con tanta alegría países ajenos y al mismo tiempo reprimiendo los propios. Alemania no tiene tantos problemas en ese sentido (aunque alguno tiene), pero sí los tiene el Reino Unido con Escocia, Gales e Irlanda del Norte a sus espaldas. Aún está por ver si tanta archifeliz aceptación a lo Casa de la Pradera no es más que un servil seguidismo al mal llamado Imperio o si realmente tienen intención de aplicarse el cuento y empezar a trazar fronteras también en sus respectivos interiores. Y me da que no va a ser eso, no.


En todo caso, es dudoso el papel tibio de España, diciendo no y sí al mismo tiempo. "Ahora me viene mal (hay elecciones), pero si me das un rato te diré que sí, tontorrón". Un dedo que servirá para catalanes, vascos y algún oportunista más para agarrar el brazo entero y dar más ración de coñazo de lo suyo. No, por supuesto, no son casos comparables. Tampoco habrá ahora más independentistas que ayer ni se descubrirá la pólvora del nuevo nacionalismo. Pero acabamos de ver cómo se las gasta Europa cuando le interesa. Tela.


A todo esto, habrá que ver cómo se lo va a tomar la humillada Serbia. En las últimas elecciones ganó el sector moderado por muy poco a los ultranacionalistas del primer ministro Kostunica. Punto crítico número uno. A Bosnia le saldrá una china en el zapato con la serbia República Sprska. Punto crítico número dos. Hay enclaves serbios en todo Kosovo que no aceptan separarse de Serbia y así lo han manifestado. Punto crítico número tres. En una ciudad, Mitrovica, un puente divide a 200.000 serbios y kosovares, justo en la frontera. Punto crítico de ebullición total.

Un efecto dominó que hará que todo el esfuerzo desarrollado hasta el momento en la zona quede en entredicho por el capricho espúreo de unos pocos que, de acuerdo, fueron injustamente machacados por racistas proto-fascistas en el pasado, pero eso no justifica condicionar su futuro ni el de toda la región por ello.

Ya pasó con Israel. Y ya se sabe qué está pasando ahí...


Veremos.

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