11 febrero 2008

Festis

Entramos de lleno en época de festivales. ¿Cómo? ¿Que el Carnaval ya pasó? Claro, claro. Reformulemos la frase.

Entramos de lleno en época de festivales publicitarios. Primero vino el CdeC, después aconteció el NYC One Show, en un mes llegará El Sol y, tachán tachán, la madre de todos los festis, la fiesta de las fiestas: una semana en Cannes por la cara bonita. Me dejo por el camino otros como el FIAP, el NY Festival o los premios Effies... de momento no interesan.

Para los profanos, los festivales sirven para que los publicistas nos comamos las pollas los unos a los otros durante una semana en la que las agencias se auto-invitan (pagando una media de millón por participación) a toda clase de fastos y lujos (!) so excusa de competir por ver quién es la más mejor.

Algunos dirán que eso de los festis mola porque pueden verse en una única nave las mejores piezas publicitarias del año. Yo digo: pipas.
La inmensa mayoría de las piezas presentadas jamás verán la luz de los rayos catódicos. Ni han sido aprobadas ni se las espera. Se traman verdaderos apaños que rayan la falsificación documental para poder presentarlas como "ciertas", si hace falta (y normalmente hace falta), inventándose los datos típicos: fecha de lanzamiento, soporte, resultados... A estas monadas se las puede conocer como truchos.
¿Que por qué se hace, entonces? Básicamente por dos motivos. El más importante (y el que menos se puede disimular) es el prestigio que supone para una agencia haber ganado premios en festivales reconocidos. Anuncio que engancha y se convierte en celebridad ("BMW X3 y Bruce Lee", "Amo a Laura"...), agencia que se lleva un premio y, por tanto, puede optar a captar grandes cuentas. Puro negocio, por otra parte, bastante comprensible.
El segundo motivo para que los truchos acaben colándose en festivales sirve como calibre de por dónde van los tiros entre los Directores Creativos Ejecutivos: ah, éste tira por aquí, este otro se apunta a la moda de más allá, aquél sólo sabe hacer monigotes pero el otro ni la o con un canuto.
Sí, exactamente: es el concurso de a ver quién la tiene más larga. Pero, eso sí, todo con muy buen rollo. Que el mundo publicitario es, tras el monárquico, el más endogámico del mundo. Un día estás aquí pero al siguiente... chi lo sá.

Como es lógico, cada certamen tiene su reputación y su postín. Cannes no es lo mismo que Valencia. San Sebastián no equivale a Nueva York (aunque parezca mentira, SS vale más que NYC, cuidado que Elorza no se lo crea demasiado y acabe poniendo la ikurriña en Times Square)... por lo que algunos le ponen más ganas a determinados festis que a otros en los que sólo se presentan por si todo sale rematadamente mal y no se llevan un colín en los grandes.

Porque, por encima de todo, la clave está en llevarse algo a la boca. Lo que sea.

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