18 abril 2007

VirginiaTech

El Amok no tiene traducción literal al castellano. De hecho, ni siquiera se la conocía como anglicismo o "malayismo". Hasta ahora. Es un semiestado catatónico que se caracteriza por ser la respuesta más extrema a un trauma no resuelto. La mente humana es complicada de por sí, llena de deseos reprimidos, dolores incomunicados, problemas inconclusos... que, en algunas ocasiones como ésta, estalla con tanta violencia que acaba por convertir a un ser humano en una bestia: el que lo sufre pierde cualquier rasgo de contención y conciencia (que es uno de los principales rasgos de humanidad que tenemos) y se sumerge en un frenesí sangriento por el que mata indiscriminada y aleatoriamente a todo aquel que se ponga por delante. El objetivo perseguido no es tanto matar por matar como que alguien le mate a él, y para ello busca provocar el mayor daño posible para que la respuesta sea igual de contundente. Si no hay nadie que acabe con su vida, hará el esfuerzo supremo (que todos agradecemos) y terminará él mismo con ella. Esto es lo que pasó hace dos días en, cómo no, Estados Unidos.

Sin entrar en detalles acerca de ese desorden mental (para eso está el enlace a la wiki, y además yo no soy precisamente especialista en psiquiatría), resulta cuanto menos insólito este tipo de comportamientos en la sociedad de hoy en día... o no. 32 personas pagaron el precio más alto por el trauma mal curado y peor sobrellevado de un... un qué, ¿un monstruo? ¿Un mierdecilla con ganas de entrar en la Historia? ¿Una víctima de algo que no funciona? ¿Qué es Cho Seung-Hoi?

Parece ser que en algunos pueblos semiprimitivos de Malaysia e Indonesia este tipo de comportamientos sucede desde tiempos inmemoriales. Lo curioso no es tanto que esto pueda ocurrir en nuestros días (que lo es) sino que, por el momento, sólo ocurra con especial virulencia y relevancia en los USA.

No hace mucho tiempo, estuvimos debatiendo las diferencias entre ambos lados del Atlántico. La sociedad americana pasa por ser orgánica, hierática e individualista. Sólo recibes según lo que aportas. No existen subsidios de desempleo, Seguridad Social... por lo tanto, tienes que buscarte la vida. Eso genera una inquietud positiva por labrar tu carrera desde muy pequeño que, sin embargo, puede transformarse en un verdadero trauma si no se logra alcanzar la meta deseada o no se cosecha el éxito esperado. Aquí, en cambio, somos y padecemos una sociedad mecánica en la que recibes toda clase de estímulos aunque no aportemos ninguno: tenemos un arraigo familiar muy fuerte y concebimos las amistades como un aporte más a nosotros mismos. Podríamos vivir del cuento toda la vida, chupando de la teta del Estado. Tal vez eso nos salva de sufrir eposodios como el de VirginiaTech. Bastante tenemos ya con los capullos de siempre.

En cualquier caso, este estado comienza a ser preocupantemente usual en USA. Como tras Columbine y Nickel Mines, hasta anteayer, los últimos grandes casos -que no únicos-, en los próximos días veremos protestas juveniles, algunas declaraciones de estrellas de Hollywood y a Michael Moore pidiendo la supresión de la Segunda Enmienda (Derecho de las personas a tener y portar armas, al igual que de mantener una milicia) de la Constitución Americana. Leí o escuché en alguna parte que esta enmienda, vigente desde el siglo XVIII, venía motivada por la Guerra de Independencia y la necesidad de que cualquier ciudadano pudiera alistarse y formar cuerpos de voluntarios (sí, a lo Patriota de Mel Gibson) para luchar contra la Pérfida Albión. Que hoy sigan creyendo que necesitan una norma así para poder formar mini ejércitos y jugar a la guerra es algo que, por desgracia, no creo que pueda entender jamás.

Ismail Ax, llevaba Cho tatuado a boli rojo en el brazo. La blogosfera ya se ha vuelto loca buscando interpretaciones cabalísticas al asunto. La opinión más extendida interpreta un origen musulmán algo enrevesado y rebuscado (la sombra de Al Qaeda es alargada) acerca de Ibrahim, padre del profeta Ismael, que con un hacha cortaba las cabezas de los ídolos paganos de su ciudad. Otros prefieren ver en ello un guiño a Moby Dick, e incluso varios lumbreras lo atribuyen a un pasaje apocalíptico del Génesis. Cualquier razonamiento sirve para intentar comprender qué ha ocurrido y, sobre todo, por qué.

El resumen viene a ser claro: es una tragedia con todas las letras. Incomprensible y sin sentido. Lamentablemente, además, no acabará aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario