27 diciembre 2007

Adèu, Espanya

Me hago eco de un artículo que escribió Antonio Elorza en El País el día de Nochebuena. En otro momento, tal vez, indaguemos acerca de quién cometió el error de permitir su publicación y cómo no se procuró "recortarlo"...

Del largo artículo que se publicó tanto en papel como online, los fragmentos que me resultan más interesantes por todo lo que se puede sacar de ellos son los que me he permitido copiar y pegar aquí.

"La respuesta de un seguidor del Gobierno, sea ciudadano o medio de comunicación, frente a alguien que exprese preocupación por el futuro del Estado español consiste siempre en advertir que si hay algún problema, ello se debe a la irritación suscitada por la política de Aznar en el pasado y que además no hay que ser alarmista. Ejemplo: el Estatuto de Cataluña ha entrado en vigor, y España no se ha roto. (...)"

Empiezas dando fuerte, Antonio. No puedes definirte como "centroizquierdista" y empezar un artículo en El País hablando de "seguidores del Gobierno" en la primera frase. ¡Vas pidiendo guerra!
_Pero, oiga... ¿no tiene razón?
Tal vez. Es decir, evidentemente la estrategia principal del Gobierno socialista en esta legislatura (y se me ocurren ejemplos de otros partidos también) ha sido la de echar balones fuera por sistema hacia la oposición y enmarronarla incluso si sólo puede hacerse de refilón. ¿Maleni es una incompetente y se juega su cuello ministerial? "¡Sacad el Prestige e Irak!", ruge Pepiño desde el timón mientras intenta dominar una nave a la deriva. Es sólo un ejemplo. Y me estaba desviando de Antonio.

Lo que él viene a decir con esa entrada atilesca es que la actual cúpula socialista no parece ser muy consciente del monstruo que han estado alimentando estos cuatro años ni qué dimensiones acabará adoptando el problema. Sólo les interesa hacer ver que "otros lo hicieron peor" pese a que sea algo bastante discutible.

"(...) no hace falta incurrir en predicciones apocalípticas, pero sí tomar conciencia de que en los últimos años ha subido en flecha la cotización del independentismo en Euskadi, y con especial intensidad, en Cataluña. El "desapego", por usar la palabreja del presidente Montilla, es hoy una realidad en tierras catalanas. Al comienzo de la década no lo era. (...)".

No hay más que ver cómo anda el ambiente en foros y tertulias. "España nos roba" (bueno, ese es un clásico imperecedero), "España no nos deja jugar al fúrgol" o "Todo lo que viene de España no funciona, por eso queremos la independencia". Este último sí que es nuevo (gracias, Josep Lluis), y explota en una única frase todo el cinismo que se puede aprovechar utilizando errores clarísimos ajenos -lo del AVE es incomprensible cómo no le ha costado el puesto a Álvarez- y colar en ellos algunos propios y endosárselos a "España" (¿se manifestaron 200.000 personas pidiendo la independencia cuando se hundió el Carmelo? ¿Cuando se levantó la liebre del 3%? ¿Cuando no atienden las iniciativas populares por poco que les gusten?). Jo, eso sí que es un chollo.
_Pero hombre, no me saque temas tan lejanos como el Carmel o el tres-per-cent, y lo del bilingüismo en las escuelas o lo de las Oficinas de Garanties Lingüistiques son argumentos de los fachas para atacar a Catalunya...
Gracias por sacarlo a colación. Lo de "atacar a Catalunya", me da a mí, es un argumento de paletos para desviar un ataque a la (mala, negligente, sectaria o simplemente no compartida) gestión de unos pocos políticos y convertirlo en un asunto que atañe a todo un pueblo que es nación.
_Pero es que en Castilla hay mucha catalanofobia...
En "Castilla" no había esa "catalanofobia" (nacionalismo-provincianofobia, más bien, volvemos a englobar a todos en los asuntos concernientes a unos pocos) hasta que saltó el tema del Estatut.
Tema que, por cierto, domina buena parte del artículo de Elorza (deje de distraerme, coño) y que suscita no pocas suspicacias en el autor en cuanto a las consecuencias que podrían derivarse de un rechazo del Constitucional de los artículos más polémicos del texto.

"La situación catalana es preocupante, en la medida que se funden en ella: a) una dura competencia política, que lleva a los partidos catalanes a entrar en una subasta anticentralista de afirmación de catalanidad radical; b) la frustración por la viscosa elaboración del Estatut y, c) como consecuencia de ambas, un espacio abierto para el ejercicio de la xenofobia contra todo lo que huela a español (...) Paralelamente, autodeterminación e independencia comienzan a ser aspiraciones que ya no están limitadas a una pequeña minoría, y sobre todo, fruto de la inseguridad y de los debates sobre las esencias nacionales en la gestación del Estatut. La irritación de un sector de la opinión pública catalana que en fecha reciente sufriera la catastrófica gestión de la llegada del AVE a Barcelona, las ha hecho crecer de forma exponencial."

Sí, Antonio, es cierto, siguen siendo una minoría aunque ya no lo son tanto como antes en los que (ay, qué tiempos aquellos) Esquerra no rascaba bola en las autonómicas y ya se daba con un canto en los dientes si Pilar Rahola podía ir al Congreso.
_Es que, oiga, el derecho a decidir...
Sí, por supuesto, hay un derecho a decidir, pero cuidado: lo mismo a muchos nos da por exigir el derecho a decidir un modelo centralista como el francés. Tendríamos exactamente la misma legitimidad que aquellos que propugnan exactamente lo contrario. Y a poco que salga bien, les chafa el invento a los caciques de siempre y, hombre, tampoco es eso.

"Entretanto, ¿qué pensaba Zapatero?, ¿qué pensaba Rajoy? El segundo y sus corifeos han sido bien claros: (...) desgastar al Gobierno. De ahí que en vez de reflexionar sobre la reestructuración del Estado de las autonomías, hayan preferido recuperar las formas añejas de nacionalismo español, dando así carnaza a sus adversarios. Al Gobierno esto acaba favoreciéndole, en la medida que le permite desviar todo hacia la aburrida pelea de carneros. Por su parte, a la vista de lo sucedido en la gestación del Estatut y de las fracasadas negociaciones de la tregua con ETA, Zapatero debe opinar que carece de importancia, no sólo lo que suceda a largo plazo, sino cuanto pueda pasar más allá de la formación de un nuevo Gobierno bajo su presidencia."

Porque, al final, eso es lo único que importa: el poder, la poltrona. ¿Qué más da si acaba por no haber nada que gobernar? ¡Mejor ser el Rey de Nada que Don Nadie de Algo! Si además el único partido (por el momento) que puede hacer realmente algo por solucionar el asunto en realidad no hace nada porque también está obcecado en lo mismo pero al revés y sin saber muy bien de qué modo atacar a alguien al que sistemáticamente le resbala todo lo que diga... pues apaga y vámonos: los pequeños han descubierto la torpeza de los grandes y aprovechan las circunstancias para llevarse todo lo que puedan.
_¡Arrambla con todo, Ramón, que éstos aún tienen para rato!
Luego vendrán las quejas, claro. Los chiquitines, porque se olvidaron de las bombillas y las reclaman. Los grandes, por haber sido tan estúpidos.
Mientras tanto, nosotros los sufridos espectadores -que, además, pagamos entrada periódicamente- seguimos temiendo que el teatro acabe derrumbándose y nos hagan también pagarlo. Así lo dice también Antonio:

"Por un lado y por otro, en el Gobierno y en el PP, impera la máxima de que lejos de nosotros la funesta manía de pensar algo tan complicado. Campo libre entonces para que progresen las identidades maniqueas, una asesina, otra ensimismada, la tercera vuelta al pasado. Todo ello en una Europa entregada a favorecer los movimientos de separación".

Porque, eso sí, en lo que se refiere a las últimas consecuencias, siempre se recula por el mismo sitio:
_Somos Europa (que decidan ellos).

¿Lo somos?

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