18 septiembre 2007

La Naumaquia

Ulpiano Checa

Ulpiano Checa, contemporáneo de Sorolla, pintó esta maravilla a cuenta de una añeja tradición romana. Sí, igual que el brindis, pero con una parafernalia ligeramente más impresionante.

Para poder llevar a cabo el combate entre 3.000 (en una ocasión llegaron a casi 20.000) condenados a muerte y prisioneros de guerra disfrazados para la ocasión en dos -ya por aquel entonces- viejas potencias (Rodas, Sicilia, Persia, Atenas...) utilizaban piscinas artificiales (la mítica Aqua Alsietina) o aprovechaban el Tíber para poder llevar a cabo el espectáculo.

De éste, precisamente, viene la recordada frase que pronunciaban los "actores" antes de empezar con su "representación": "César, morituri te salutant" (que vendría a ser algo así como "Te vas a enterar, ahora nos morimos y te chinchas") que equivocadamente se atribuye a los gladiadores. Digo bien, porque los colegas de Máximo Décimo Meridio raramente se dejaban la vida en la arena. Aquéllos, en cambio, como eran chusma ya condenada a morir, pues que al menos lo hicieran pasando un buen rato. Lo que sí ha llegado hasta nosotros es que estos espectáculos, debido al elevado coste que suponían (material y de parné), sólo se hacían bajo excepcionales circunstancias. Que se sepa, César celebró una. Tito, otra. Hasta Nerón, que se hizo construir su propio Mini-Coliseo para tales juergas.

Tras la caída del Imperio, hubo otras naumaquias que, sin embargo, prescindieron del engorroso asunto de matar a los intérpretes y que constituían no sólo un ejercicio de entrenamiento sino, cómo no, de sentido homenaje o simplemente como parte de una fiesta mayor. Aquí, en el Lago del Retiro, se hizo una no muy comentada allá por el s. XVIII.

Vale, sí, que lo que he dicho hasta ahora no es muy distinto a lo que sale en la wiki. Lo que pasa es que si comparamos aquello con otros espectáculos más modernos que también terminan en "-maquia"...

Lo que no todo el mundo se ha molestado en saber (o averiguar, o comprobar, o simplemente buscar) es que esto no empezó como un invento cañí allá por la época de Pepe Hillo.  Ni que siempre hubiera estado dividida en tercios de suertes, de varas y banderillas de colorines. Por si algún despistado aún no se ha dado cuenta, hablo de la tauromaquia.

Hace 4.000 años (no sobra ningún cero) se lidiaban toros a pecho descubierto en Cnossos. Sí, hombre, ya sabéis por dónde cae, allá lejos.  Los primeros griegos que llegaron a la costa occidental mediterránea y se establecieron en sitios con nombres tan pintorescos como Emporion, Hecatombeon, Mainaké o Sexi (ja, muy bueno el chiste fácil) se trajeron consigo aquella manera de pasar los ratos muertos... y hasta hoy.

Lógicamente, los tiempos cambian y si por aquel entonces se sorteaba a los toros en pelota picada, y por mucho que a muchas les gustara ver a Fran Rivera en cueros, ahora se llevan esas cucadas de trajes de luces, muletas y capotes... y se mata al bicho.

Como de matar va la cosa, y tanto por agua como por arena esto acaba siempre como el rosario de la aurora, a unos lubreras se les ha ocurrido eso de la homomaquia, que vendría a ser una corrida de toros, pero... sin toros.

Podéis ir a preguntar a Darfur. A Colombia. A Costa de Marfil. Al Líbano. A Somalia. A Nepal. A Gaza. A Afganistán. Claro, también a Irak. De ahí saldrá, sin ningún género de dudas, el nuevo Manolete del milenario arte de la homomaquia...

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