19 marzo 2007

Creando un portfolio vendible

Un proceso que lleva normalmente algunas semanas debo realizarlo en 2 días. No me arrepiento en absoluto por haberme pasado el fin de semana demasiado ocupado siendo feliz, pero el trabajo se acumula.

Por partes. Para crear un portfolio vendible debe constar de 3 elementos:

1. Un mapa en el que se pueda visualizar por qué una paja mental puede terminar siendo una estrategia de comunicación fabulosa.

2. Cómo venderle la moto al creativo de turno. No sólo eso, también es pasarle el marrón, lo que mayormente se conoce como brief.

3. Un trucho que a los ojos de papá y mamá (que cada cual elija su rol) es la mejor idea del mundo.

Bien, pues al lío. Después de examinar a fondo todos los tiros al aire que he estado dando estos últimos 3 meses y que me han robado prácticamente todo el tiempo libre que tenía y me ha envejecido lo menos unos cuantos meses... llego a la terrible conclusión de que no sé ni cómo empezar, ni con cuáles quedarme.

El paso 1 es, lógicamente, el más complicado. ¿Cómo resumir en apenas una cara de hoja lo que suponen 10 diapositivas de Power Point? ¿Escribo a tamaño 9 o me conformo con unas breves pinceladas que describan a grandes rasgos que mi método pasa por una paja mental que procuro apoyar con datos y resultados? ¿Intento darle el sesgo de profesionalidad necesario haciéndolo pasar por un insight trabajado y remasticado que hasta un jubileta con alzheimer comprendería?

Ahora supongamos que lo es. Que está trabajado y retrabajado, que la idea es buena y que podría funcionar. Que incluso supera en muchas ocasiones algunas de las piezas que se ven en realidad. Cuando uno de los pesos pesados de la planificación estratégica lo vea, ¿dirá que soy el puto amo y que cómo no se le ha ocurrido contratarme antes? ¿Creerá que a dónde voy yo con estas ideas que no aprobaría ni el cliente más interesado en mandar a su compañía a la quiebra? ¿Pensará que valdría más que me dedicara a escribir historias canallescas que pretender ganarme la vida pensando en estrategias?

Pues, en honor de la verdad, me valen cualquiera de ellas. La primera, por obviedad. La segunda, porque diría que me convierte en alguien arriesgado capaz de la idea más loca (y, seamos serios, eso a veces funciona y otras no, según). Y, la tercera, porque a fin de cuentas es lo que mejor sé hacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario