29 mayo 2008

USA e Iraq según el Independent

Traduzco un artículo no muy antiguo del Independent porque me resulta del todo interesante (y porque hacía tiempo que no usaba el corti-pegui para salir del paso, ¡coñe!)

http://www.independent.org/printer.asp?page=/newsroom/article.asp?id=2148

Según transcurre el quinto aniversario de la segunda guerra más larga (tras Vietnam) y más costosa (tras la II Guerra Mundial) de la historia de Estados Unidos, la buena noticia es que la estrategia contrainsurgente del general David Petraeus y el teniente general Raymond Odierno parece estar funcionando. La mala noticia es que, probablemente, eso no salve Iraq.

A pesar de que el incremento de tropas estadounidenses ha producido algún efecto, no es probablemente el factor más importante para diluir la violencia a los niveles de mediados de 2004. Los Estados Unidos mantienen en Iraq fuerzas comparables a las que tenía en 2005 (unos 155.000 efectivos), pero el tumulto entonces era peor y aumentando.

Incluso, las matanzas en Iraq empezaron a cesar antes de comenzar el incremento de tropas (aunque aumentaron temporalmente según iban llegando nuevas tropas). En parte, se cree que esta reducción es debida a la limpieza étnica que ha separado nítidamente a los chiitas y sunníes más hostiles. Aún más importante, empero, ha sido la explotación de Petraeus y Odierno de la fisura existente entre los insurgentes sunníes y las bases de al-Qaeda en Iraq.

Al-Qaeda en Iraq es, de forma más que obvia, un incompetente asesino de jóvenes civiles musulmanes, tanto que ha sido víctima de reproches incluso de los líderes de la banda y que ha provocado que los insurgentes sunníes hayan decidido volverse en contra suya. Petraeus y Odierno, de modo inteligente, explotaron esta fisura desbaratando -poniendo una cuña, literalmente- la unión de ambas facciones. A pesar de que las operaciones de guerrilla son las más eficaces formas de guerra de la Historia y que la contrainsurgencia rara vez consigue una victoria últimamente, estarían haciendo lo mejor si pueden dividir el movimiento rebelde.

Los Estados Unidos fueron capaces de vencer a los insurgentes comunistas griegos durante el periodo de 1947-49 y a los rebeldes filipinos de 1900 a 1902 aplastando las insurgencias. En el último caso, USA fue capaz de persuadir a Emilio Aguinaldo, un prominente líder rebelde -quizás a base de sobornos-, a rendir sus fuerzas [N del T: Aguinaldo fue uno de los líderes independentistas filipinos antiespañol y, posteriormente, antiamericano]. En Iraq, USA está ahora básicamente sobornando a las guerrillas sunníes en los llamados "Consejos del Despertar" pagando, equipando y entrenando milicianos para que luchen contra al-Qaeda en Iraq y trabajando con la ahora hostil milicia chií de El Mahdi.
A pesar de que esta estrategia es meritoria por haber atenuado la violencia en poco tiempo, es probable que incremente los mayores problemas de Iraq y desemboque en una completa guerra civil. La estrategia de Petraeus y Odierno tiene sentido si el objetivo es controlar la violencia hasta que Bush deje el cargo. Cuando la patata caliente sea pasada al próximo presidente, Bush podrá entonces reutilizar el argumento que Kissinger usó para Vietnam, que vendría a ser algo así: "Los Estados Unidos habrían ganado la Guerra de Vietnam si el Congreso no hubiera recortado los Fondos de Guerra". Para el caso iraquí, la idéntica administración Bush dirá: "la situación en Iraq iba bien hasta que dejamos el cargo y transferimos el poder al Presidente X".

Pero la estrategia de Bush a corto plazo probablemente agravará el principal problema subyacente de Iraq: la hostilidad étnico-sectaria. Si la administración Bush hubiera hecho serios esfuerzos consultando expertos en Oriente Próximo antes de invadir Iraq, habrían descubierto que el país es uno de los más fragmentados de todo el mundo árabe y que sería uno de los menos entusiastas de una federación democrática. Antes de apoyar a la antigua guerrilla sunní, la administración sólo pagaba, equipaba y entrenaba dos bandos -kurdos y chiíes- en la actual guerra civil. Ahora, el gobierno estadounidense apoya a los tres bandos. El gobierno kurdo-chií se opone al programa americano de apoyar a los sunníes y se resisten a permitirles estar en las Fuerzas de Seguridad.
Esta profunda divisón y suspicacia étnico-sectaria se mantiene desde hace siglos en lo que ahora es Iraq y no están por la labor de rectificar aprobando unas pocas leyes de referencia. Teniendo en cuenta la historia iraquí -en la que un grupo controlaba el gobierno central y oprimía al resto- todos los grupos, incluido el actual gobierno sunní, sospechan de la autoridad central y pelearán por su control. Así, la cooperación social, de la que Iraq tiene poco, debe preceder a la legislación o las leyes no serán cumplidas. Aún menor credibilidad, que se acumulará a las leyes aprobadas bajo presión por un extranjero invasor.
El único modo de que USA pueda salir del atolladero sin mayores quebraderos de cabeza es utilizando el truco de la retirada -y sacando la escoba en el corrupto gobierno kurdo-chií- para que chiíes, sunníes y kurdos acuerden formalmente descentralizar el país.
Si el gobierno central tiene un poder limitado, los distintos bandos temerán menos su opresión y atenuarán su lucha por controlarlo. En un Iraq descentralizado e indirectamente confederado, sus milicianos pueden proporcionar seguridad a los miembros de sus grupos en nuevas regiones autónomas (el país contaría probablemente con tres o más de estas regiones, teniendo en cuenta las afiliaciones tribales, religiosas y étnicas). Además, el poder judicial, la dirección de recursos (petróleo) y la mayoría de las tareas de gobierno podrían rebajarse a nivel regional. El gobierno central sería responsable únicamente de la representación diplomática extranjera y de negociar acuerdos comerciales con otros países y entre las regiones.
Hasta el momento, el mayor punto de fricción para lograr que los tres grupos apoyen el sistema descentralizado es la preocupación sunní por sus magros recursos petrolíferos en su región. Los kurdos tiene un estado de facto en el norte de Iraq desde el fin de la I Guerra del Golfo en el 91. Muchos líderes chiíes están a favor de establecer una región autónoma, cuya posibilidad está garantizada por la Constitucion iraquí. Incluso los sunníes, finalmente sacados del error de creer que siguen siendo lo bastante fuertes para volver a gobernar todo Iraq, y tras haber probado el sabor de la opresión bajo las fuerzas de seguridad chiíes, empiezan a mostrarse favorables a la descentralización.

Para empujar al gobierno kurdo-chií a que redistribuya las fronteras regionales -dando a los sunníes terrenos petrolíferos para asegurar su aceptación y adhesión- cualquier nuevo presidente de los Estados Unidos debe establecer un calendario para la rápida retirada de las tropas norteamericanas, lo que apoyará ese gobierno disfuncional.
Debido a que los chiíes tienen casi un 60% del petróleo y aproximadamente un 60% de la población, la única frontera que podrían querer modificar sería en el norte, cerca de los campos petrolíferos de Kirkuk entre el Kurdistan (aproximadamente un 20% de población y un 40% de petróleo) y las áreas sunníes (casi el 20% de población y poquito petróleo).
El registro histórico de particiones tiene pros y contras para cualquier leve partición de Iraq en una floja confederación, pero lo más importante es que los iraquíes deben hacer la división ellos mismos para sentirse legitimados a los ojos de todos. En 1947, en la partición de India y Pakistán, Gran Bretaña descubrió a las muy malas que la localización exacta de la línea de partición es vital y que un poder extranjero dibujando tal frontera de un modo tan arbitrario puede conllevar consecuencias desastrosas y violentas [N del T: la región de Cachemira, aún hoy, sigue siendo motivo de tensiones periódicas entre India y Pakistán]
Así, Estados Unidos debería evitar verse envuelto en los detalles de crear fronteras entre regiones, aunque llegado el caso puede extraer algunas lecciones de viejas particiones. En primer lugar, los límites regionales no tienen por qué ser un reflejo exacto de las áreas étnico-sectarias, pero deberían ser lo más ajustado posible. El caso de Irlanda del Norte demuestra que una gran minoría (católicos) podría ser considerada como una amenaza por la mayoría (protestante) que no debería quedarse varada al otro lado de la frontera. Una pequeña minoría al otro lado de la línea probablemente experimentaría menos violencia (protestantes en Irlanda). [N del T: el autor sugiere que, más que haberse quedado con Irlanda del Norte, UK debería haber cedido todo el Ulster a Irlanda]
En segundo lugar, el caso de Kosovo demuestra que las fronteras deben considerarse criterios étnico-sectarios o lugares santos o relevantes para ciertos pueblos [N del T: Probablemente hace referencia al norte de Kosovo, con gran mayoría serbia].
En tercer lugar, a pesar de que dibujar fronteras según los criterios étnicos y sectarios minimiza los movimientos de población, será necesaria una cierta migración. Tales movimientos deben ser voluntarios, pueden ser apoyados por incentivos y deben ser protegidos (tal y como nos muestra la violenta migración entre India y Pakistán en 1947).
A pesar de que la retirada americana y una leve partición no representan la solución perfecta, Iraq está de algún modo ya dividida, con fuerzas leales a grupos propios que proporcionan seguridad. La política americana de entrenamiento de tales organizaciones armadas está simplemente reforzando esta partición de facto. Tal división, sin estar ratificada, es muy peligrosa y puede degenerar en una guerra civil total. Sólo un nuevo presidente de los Estados Unidos ordenando una rápida retirada puede motivar a los partidos a formalizar, ajustar y consolidar de modo permanente un Iraq descentralizado que ya existe.

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