01 junio 2007

El Reto de la Agencia Perfecta

Observando con interés lo acontecido en el Festival del Sol y los comentarios que éste suscita en cada edición, he comprendido cuál debe ser mi estrategia para conseguir no sólo que me hagan una nueva entrevista de trabajo, sino... que me contraten. A mí. Al pechín.

Toda agencia sueña con un cliente atrevido que arriesgue con un "trucho" festivalero y apruebe la campaña. Se retan unos a otros para ver quién es más creativo y diferente, envidian a los que tienen anunciantes que dicen que sí a todo y fruncen el ceño cuando les ven aplaudir piezas expuestas que jamás verán la luz de los rayos catódicos.

Sin embargo, internamente son tan conservadores como un Leche Pascual o un Corte Inglés de turno. Jamás se atreverían a contratar a un planner novato por esa falta de seguridad: pero, ¿tú que has hecho, piltrafilla? ¿Dónde has estado y quién me puede asegurar que no meto la pata dejándote el control de tu parcela? ¿Por qué debería elegirte a ti y no a otro que ya lleva años en el sector?

No es que no sepa de qué va la movida. Tampoco se trata de que no crea que soy bueno en lo que hago. Ni que considere que no tengo aptitudes suficientes para dar la talla allí donde sea necesario. Pero... me faltan tablas. Unas tablas que suponen el obstáculo insalvable que me separa del paro al comienzo de mi carrera profesional.

Así las cosas, pensé en empezar como freelance para eliminar ese escollo, pero resulta que es todavía más difícil en solitario. Cosas de la experiencia, dicen. Con 26 años recién cumplidos y un máster en planificación estratégica finalizado hace un par de meses, no pueden esperar que me convierta de la noche a la mañana en todo un Antonio Núñez, por mucho que me gustara ser como él.

Pensando en todo esto, llegué a la conclusión de que esta puede ser la forma en la que llamar la atención de los jefes y jefas de la cosa publicitaria: soy un folio en blanco, amóldame a tu gusto, soy una esponja que lo absorbe todo... aprovéchate.

Si a eso le añadimos una recogida de firmas para que alguien me contrate, miel sobre hojuelas. Iré dándole vueltas mientras voy a ver a mi terapeuta.

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